La imputación del expresidente francés Nicolas Sarkozy por presunto abuso de debilidad de la multimillonaria Liliane Bettencourt mereció ayer la calificación de "terremoto político" y fue rechazada por "escandalosa" por el imputado.

La imputación, anunciada el jueves por la noche, y que tiene que ver con la presunta financiación ilegal de la campaña que le llevó al poder en 2007, revela un "trato peor" contra el político conservador en comparación con otros ciudadanos, alegó su abogado, Thierry Herzog.

De auténtico "seísmo" fue calificada la imputación desde el propio partido de Sarkozy, la UMP, y para el ex primer ministro François Fillon, que aspira a hacerse con sus riendas, es una decisión "injusta y extravagante". "No llego a comprender los motivos de esta imputación", alegó el presidente de la UMP, Jean-François Copé.

Hasta la decisión del juez de instrucción de Burdeos Jean-Michel Gentil, el expresidente había mantenido el estatus de "testigo asistido", pero eso cambió el jueves por la noche tras nueve horas de comparecencia en el Palacio de Justicia de esa ciudad del suroeste francés.

De confirmarse los hechos, Sarkozy podría ser condenado a tres años de cárcel, 375.000 euros de multa y cinco años inhabilitación. La imputación llega además cuando el exinquilino del Elíseo mantenía sus preferencias entre el electorado para un hipotético regreso a la jefatura del Estado en 2017.