Las autoridades saudíes han ejecutado este miércoles a los siete presos condenados a muerte por robo a mano armada en el sureste de Arabia Saudí, a pesar de que algunos de ellos eran menores de edad cuando se cometió el delito, según han informado los medios estatales.

Finalmente, las autoridades han desoído todos llamamientos de clemencia, tanto de la ONU como de las principales organizaciones de Derechos Humanos. Según los datos de Amnistía Internacional (AI), al menos dos de los condenados probablemente eran menores de edad en el momento de cometer el presunto delito.

Los siete habían sido condenados a muerte por un crimen cometido en 2006, y sus ejecuciones, previstas inicialmente para el pasado 5 de marzo, fueron aplazadas en una semana por el príncipe Faisal bin Jaled, gobernador de la provincia de Asir (sureste), supuestamente para la revisión del caso.

Los amigos y familiares de los siete hombres aseguraron el pasado 5 de marzo que se les había obligado a confesar crímenes con los que nada tenían que ver y que la investigación había estado "plagada de violaciones que distorsionaron el juicio". Aparte, durante el juicio al que fueron sometidos no tuvieron asistencia letrada y se les negó el derecho de apelar la sentencia, ha denunciado AI.

Según Amnistía Internacional, Arabia Saudí cuenta con uno de los índices de ejecuciones más altos del mundo y en lo que se lleva de año el ritmo está siendo de casi dos por semana. Al menos 17 personas han sido ejecutadas en 2013, ocho por delitos relacionados con las drogas. Otras ocho personas tenían ciudadanía extranjera, entre ellas Rizana Nafeek, una empleada doméstica ceilandesa que no tenía más que 17 años en el momento de su presunto delito.

En 2011 fueron ejecutadas al menos 82 personas, y en 2012 la cifra fue similar: más del triple de la cifra de 2010, año en que se ejecutó al menos a 27 personas. Arabia Saudí aplica la pena de muerte para una amplia diversidad de delitos, entre ellos delitos de drogas, apostasía, brujería y hechicería, según AI.