El Ejército indio acabó ayer con el ultimo reducto de terroristas y puso fin a casi tres días de crisis que, según los últimos datos oficiales, dejaron en torno a 195 muertos y casi 300 heridos en Bombay, corazón financiero de la India.

El Gobierno indio informó de que entre los muertos en la serie coordinada de ataques terroristas hay 22 extranjeros y 20 miembros de las fuerzas de seguridad, dos de ellos comandos de elite. Sin embargo, las autoridades municipales de Bombay elevaron hasta 195 la cifra de víctimas mortales, entre ellas 23 extranjeros.

Los últimos disparos y explosiones tuvieron lugar en el lujoso hotel Taj, frente al mar Arábigo y la emblemática Puerta de la India, donde los comandos de élite dieron muerte a tres terroristas, registraron las más de 300 habitaciones del complejo durante todo el día y detonaron armamento y granadas que habían sido encontrados en el interior del establecimiento.

No muy lejos del Taj se halla otro de los diez puntos atacados, el hotel Oberoi, de donde el viernes salieron con vida los dos empresarios españoles, Álvaro Rengifo y Alejandro de la Joya, que quedaron atrapados en sus habitaciones.

Aunque ambos hoteles presentan serios desperfectos (en especial el ala este del Taj, cuya reconstrucción costará unos 100 millones de dólares, según los expertos), el escenario más devastado es el centro religioso judío Nariman House, donde murieron al menos cinco personas, entre ellas un rabino y su esposa, que fueron tomados como rehenes.

"Era gente muy religiosa, muy buena gente, nunca han molestado a nadie", dijo en alusión al matrimonio judío asesinado un arquitecto que trabaja para el Ministerio indio de Defensa, Deepak S. Pardeshi.

El arquitecto vive en la tercera planta de un humilde y maltrecho edificio frente al centro judío, alrededor del cual se amontonan cristales rotos y escombros.

Según los agentes que vigilaban ayer la zona, el muro derribado al lado de una gasolinera próxima al recinto muestra que los terroristas querían causar aún más víctimas con una explosión cuyas consecuencias habrían sido muy graves, caso de haberse producido.

La antigua estación ferroviaria de Victoria, donde al menos dos terroristas penetraron para matar a civiles y policías, presenta un aspecto normal, aunque en el suelo aun pueden verse las marcas de las explosiones de varias granadas.

Aunque en un principio el grupo desconocido Deccan Muyahaidín reivindicó los ataques, la inteligencia india se está basando en el testimonio del único terrorista detenido, Azam Amir Kasav, de 21 años, para determinar la autoría y las circunstancias de los atentados.

El detenido podría haber confesado su pertenencia al grupo paquistaní, con base en Cachemira, Lashkar e Taiba (Ejército de los Puros), coincidiendo con las estimaciones que maneja la inteligencia estadounidense y que apuntan bien a ese grupo o a las guerrillas de Jaish e Muhammad, también establecidas en la región autónoma. Según confesó el único terrorista detenido a la Policía india, la intención de los atentados era reproducir "un 11-S en India" y reducir a escombros el hotel Taj, un símbolo de la prosperidad económica del país.

Al menos ocho terroristas habrían alcanzado la costa de Bombay en una embarcación neumática tras secuestrar el barco "Kuber", arrojar al agua a tres miembros de la tripulación y atar y decapitar al cuarto. Los activistas recibieron sus armas de un agente que un gángster, identificado como Dawood Ibrahim, tiene en la ciudad. Éste fue el presunto cerebro de los ataques terroristas en Bombay que dejaron 257 muertos en 1993.

El ministro de Interior del estado de Maharastra aseguró que los terroristas pretendían asesinar a 5.000 personas, e insistió con que Pakistán lo instigó.