Ahora, tanto Barack como Michelle Obama quieren que sus hijas mantengan, en lo posible, una vida normal, como la que han disfrutado estos últimos años en Chicago, donde las relaciones con la familia de Michelle han sido muy estrechas.

Para que ese vínculo no se rompa, se llevarán a Washington a un quinto miembro de la familia, la madre de Michelle, Marian Robinson, que será la encargada de atender a las niñas cuando sus padres tengan que cumplir otros compromisos y no puedan estar con ellas.

La madre de Michelle, que es viuda y que trabajó como secretaria de banca, ya se ha ocupado del cuidado de las niñas durante las largas ausencias de sus padres durante la campaña electoral, dado que los Obama se han resistido siempre a contratar una niñera, y tampoco lo harán cuando vivan en la Casa Blanca, según la cadena de televisión ABC.

Desde el equipo de la campaña electoral de Obama no se ha informado sobre si la abuela tendrá su propia vivienda o si se instalará en la residencia oficial del presidente, pero parece claro que estará cerca y disponible para cuando las niñas la necesiten.

Con Malia y Sasha llegará a la Casa Blanca otro nuevo acompañante: un cachorro de perro, tal y como el futuro presidente prometió públicamente a sus hijas en su discurso de aceptación de la victoria, el pasado martes, ante miles de personas.

El cachorro ocupará el sitio que dejarán los dos terriers escoceses de la familia Bush, Barney y Miss Beazley

Pese a la vorágine en que se ha convertido su vida en los últimos años, Michelle Obama ha tratado siempre que sus niñas tengan una existencia normal, como la mayoría de los niños de su edad.

Así, desde hace años mantiene la misma rutina con las niñas, a las que acompaña a los partidos de fútbol o a comprar sus trajes de Halloween sin importar la atención pública que acaparan.

Cambios

Con su llegada a la Casa Blanca, eso irremediablemente cambiará, no sólo por el aumento de las medidas de seguridad, sino por el entorno en el que vivirán las niñas, con nuevos amigos y colegio.

Michelle, según ha comentado en varias entrevistas a medios de comunicación, está decidida a que Malia y Sasha no pierdan su infancia, aunque ello la obligue a organizarles fiestas en casa, bajo la estricta mirada de los servicios de seguridad de Estados Unidos.

No sería algo novedoso, ya que Jackie Kennedy llegó incluso a montar una guardería dentro de la Casa Blanca para su hija Caroline, según dijo a CBS Doug Wead, autor del libro "Todos los niños de los presidentes". De hecho, los hijos del presidente demócrata asesinado han sido los más pequeños que han residido en la Casa Blanca. John John llegó casi recién nacido y su hermana Caroline apenas tenía tres años.

Otro tema que preocupa al matrimonio Obama, según han comentado sus amistades a las televisiones en los últimos días, es el duro escrutinio al que los medios de comunicación someterán a las pequeñas, dado que el mínimo evento, como una actuación escolar o un partido de fútbol, puede ser motivo de fotografía.

Muchos recuerdan la dureza con que el programa satírico "Saturday Night Life" se burlaba del aspecto adolescente que tenia Chelsea Clinton, hija del último presidente demócrata, al poco de llegar a la Casa Blanca, a los 13 años.

Pese a estos inconvenientes, la vida en Washington puede ser mucho más fácil para la familia de Barack Obama, quien en los últimos años ha pasado largas temporadas fuera de casa, primero por sus obligaciones como senador en Washington, y después por la vorágine de la campaña electoral.

Al menos en los próximos cuatro años, podrán cenar, de nuevo, los cuatro juntos.