El gobernante reclamó esta semana "más optimismo" a los peruanos a raíz de las críticas recibidas de la oposición por el alza inflacionaria, que ha disparado al 70 por ciento el porcentaje de insatisfacción con su gestión.

El Producto Interno Bruto (PIB) de Perú creció el año pasado el 9 por ciento, al coronar el sexto año consecutivo de crecimiento económico.

Expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) indicaron este mes que Perú está en condiciones de pagar por completo su deuda externa, al extenderle su respaldo por el estricto cumplimiento de sus obligaciones en los últimos años.

En ese contexto, el jefe de Estado aseguró que la inflación, del 3,51 por ciento en el primer semestre de 2008, responde exclusivamente a factores internacionales que están fuera de control.

La inflación anual del 2007 fue del 4,94 por ciento, según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), casi dos puntos porcentuales más que la estimación inicial del 3 por ciento, mientras que la tasa prevista para el 2008 es del 4 por ciento.

Pero su antecesor, Alejandro Toledo, (2001-2006) le respondió que los beneficios del crecimiento "no están llegando a los pobres y hay un peligroso desborde inflacionario en el rubro de alimentos que los golpea".

En el mismo sentido, el líder del partido Nacionalista, Ollanta Humala, sentenció que "el fantasma de la inflación de nuevo vuelve a aparecer", en el gobierno de García, en alusión a los índices de hiperinflación que marcaron su primera gestión en el Ejecutivo (1985-1990).

El ex rival de García en las elecciones del 2006 añadió que el neoliberalismo aplicado en la economía de Perú desde 1990 sólo favorece "a una minoría acaudalada, asociada y dependiente del capital extranjero".

García enfatizó que lo que necesitan los peruanos es "ver lo que tenemos y lo que estamos ganando, y dejar que el tiempo solucione también los problemas que vienen con todo el crecimiento económico".

Precisamente, la demanda social de redistribución del nuevo auge económico ha movido las últimas protestas populares en Perú, aunque para el Gobierno han sido azuzadas por sectores vinculados al nacionalismo de Humala y por organizaciones de izquierda.

Los principales sindicatos convocaron a un paro nacional el pasado 9 de julio que derivó en desmanes en la selvática ciudad de Puerto Maldonado con la quema de la sede del gobierno regional y con bloqueos de carreteras en el norte del país que causaron la muerte de una embarazada cuando era trasladada en una ambulancia.

Un mes antes, el sur del país también fue escenario de violentas protestas durante una huelga indefinida para pedir un reparto más equitativo del canon minero, que terminó con el secuestro de 60 policías en Moquegua por los propios vecinos.

En mayo, la misma región sureña, la más pobre del país y la más difícil para el gobierno de García, realizó un paro de 48 horas en tres departamentos que acabó con un campesino muerto en enfrentamientos entre manifestantes y pasajeros de vehículos varados en los caminos.

A la par del conflictivo panorama social, el Gobierno peruano tuvo roces con el mandatario de Bolivia, Evo Morales, por lo que consideró una "intromisión inaceptable" en su política interna.

Morales aseguró que Estados Unidos planeaba llevar sus bases militares a Perú e instó a los peruanos a evitarlo, lo que fue rechazado por Lima y respondido con el retiro temporal del embajador peruano en La Paz.

Las discrepancias entre ambas naciones se han agudizado a raíz de la negativa de Bolivia a respaldar la apertura comercial de Perú, tanto en las negociaciones por un acuerdo de asociación con la Unión Europea, desde el seno de la Comunidad Andina, como en el marco del Tratado de Libre Comercio firmado por Lima con Estados Unidos, un éxito para García.

Algunas voces en el Gobierno han sugerido el retiro del Perú de la Comunidad Andina argumentando que frena su desarrollo comercial, pero el canciller José Antonio García Belaúnde ha remarcado que esa no es una opción para el jefe de Estado.