Y ahora, ¿qué? El "no" al Tratado de Lisboa dado por los irlandeses en referéndum ha resucitado viejos temores en la UE, aún convaleciente del fracaso de su Constitución. A la espera del "plan B", el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, optó por aplazar cualquier decisión hasta escuchar de primera mano la versión de Dublín, al tiempo que instó a los ocho países que restan por aprobar el documento, entre ellos España, a no variar sus planes.

Durao Barroso no ocultó su decepción por que los irlandeses hayan decidido rechazar el Tratado de Lisboa. Sin embargo, respetó la decisión de la ciudadanía y confirmó haber mantenido una conversación con el primer ministro de Irlanda, Brian Cowen, quien le aclaró que el resultado no debe entenderse como un "no" general a la UE.

En el transcurso de una comparecencia pública, el líder del Ejecutivo Comunitario pidió que no se saquen lecturas "precipitadas" y evitó hablar sobre cuál será el camino a seguir "antes de escuchar al Gobierno irlandés".

Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores británico, David Miliband, afirmó ayer que Reino Unido seguirá adelante con el proceso de ratificación del Tratado a pesar de haber sido rechazado en referéndum por Irlanda, el único país de la UE que ha sometido el texto a una consulta.

Asimismo, el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación español, Miguel Angel Moratinos, se mostró "convencido de que, como ha ocurrido otras veces en el pasado de la UE, entre todos encontraremos una solución". De esta forma, la vicepresidenta primera del Gobierno, Fernández de la Vega, indicó antes de conocer el resultado definitivo que continuaría "el proceso de ratificación" y apostó por "esperar a la cumbre europea para analizar y abandonar las soluciones".