Como en todo drama, los protagonistas lo mantuvieron en secreto, hasta que Zapatero y Mas dieron a luz a la criatura (un ratón, según Puigcercós o un atentado contra la igualdad de los españoles, según el dúo Acebes-Zaplana). Por lo que sé, no se ha roto España ni Cataluña ha pedido su ingreso en Naciones Unidas.

Los ganadores de la situación son Artur Mas y, sobre todo, el presidente del Gobierno. El "vendepatrias" de ZP ha conseguido: encauzar un embrollo de dos años (y que sumía en el desasosiego a los barones del PSOE, ahora contentos -Ibarra, Chaves- o callados -Bono), aislar más al PP de Rajoy, asumir una imagen moderada en el electorado (al alejarse del "demonio" Carod-Rovira) y detener a los conspiradores que querían sustituirlo por Javier Solana (especialmente, la "vieja guardia" de su partido).

Mas también parece ganar: coprotagonista mediático del pacto, vuelve a la "centralidad" que había representado CiU (tras amenazar a ERC de superarla en soberanismo) y obtiene promesas de futuro por parte de ZP. Para "calmar" a sus dirigentes, tuvo que decirles que "hay cosas que no os puedo explicar".

El "problema" es contentar a ERC. Dicen "No" al pacto, pero sostienen a Maragall. Pese a la negativa de ZP a ceder, ¿por qué necesitaron, Carod y Puigcercós, cuatro horas para decirle que "No"? ¿Por qué esperarán al 6 de febrero para dar la respuesta definitiva, se preguntan los "ganadores" convergentes? Como dice Maragall, mientras ERC no se decida, la función no ha concluido.

Sobre el PP, dos cosas. Si grave es que uno de sus referentes centristas amenace con abandonar (Piqué), aún es peor que te apoye el referéndum anti-Estatut el insigne "demócrata" Antonio Tejero (que ahora sigue la moda militar de las cartas a los diarios).