El Celta afronta hoy la resolución de su eliminatoria contra el Spartak con la ventaja objetiva del 1-1 de la ida y el ánimo recompuesto tras la victoria en Pamplona. La UEFA, que hace siete días parecía un estorbo, se le ha vuelto simpática a la plantilla. Ese "espíritu de Moscú" los rescató de la depresión y aunque la situación liguera sigue estando comprometida, ahora hay un cierto margen para soñar. Y los sueños, esta temporada, se limitan a Europa y más con un atractivo duelo con el Werder Bremen en el horizonte. Hoy se dirime, en suma, la última posibilidad de protagonizar a corto plazo alguna gesta que no se limite a la supervivencia.

Es obvio que la permanencia sigue siendo un objetivo angustiosamente prioritario. El Celta se mantiene en puestos de descensos y ha asumido que sufrirá hasta el final. Pero la contrapartida psicológica de once jornadas sin ganar ha sido la gran liberación que ha supuesto la primera victoria. La bocanada de aire sabe mejor cuanto más sumergido has estado. Y el Celta llegó a sentirse casi muerto.

El enfrentamiento contra el Spartak ayudó a salir del pozo y vuelve ahora en el mejor momento, en la primera semana tranquila de 2007, sin que se hable de la continuidad del entrenador y de las miserias del equipo. Los jugadores han recuperado la sonrisa y la fe. Con ellas, también la ambición de hacerse sentirse en el escenario continental; y el deseo de disfrutar de esta UEFA por la que tanto lucharon la pasada temporada. Ahora hay que darle sentido a aquel esfuerzo y mantener viva la opción de gloria.

Ese perspectiva positiva convierte al Spartak en un "sparring" ideal para la Liga. Porque al final todo, la Liga y Europa, dependen de Balaídos. El Celta quiere curarse este trauma ante el Racing y para llegar a ese encuentro con viento a favor pretenden derrotar hoy a los rusos, si bien con la tranquilidad de que el empate sin goles resultaría suficiente.

Fernando Vázquez busca el equilibrio en varias pulsiones: la reserva de hombres para el domingo y la alineación de un once inicial competitivo; la protección de su ventaja inicial y la exploración de la fragilidad defensiva de los rusos. Quiere lo uno y lo otro, con el problema añadido de que no tiene ningún lateral izquierdo nato disponible. Areias, como Bamogo, no puede disputar la UEFA al haberla jugado ya con otros equipos; Placente está sancionado. La solución más directa es la reconversión a zurdo de Ángel y la entrada por la derecha de Jonathan. Lo intrigante es lo que sucederá en el espacio que queda entre ambos.

El técnico ha ensayado durante toda la semana varias combinaciones con tres centrales. Una forma de proteger a Ángel ante el peligroso Kalynychenko y de guarecerse en el juego aéreo.

Esta medida, destinada al control, se completaría con un doble pivote y tres puntas móviles. Aunque quizá sin delantero nato. Baiano, a diferencia de la ida, está bien físicamente. Es tan esencial, sin embargo, que Vázquez no sabe si arriesgarlo de salida. Ha vuelto Perera, pero tras un mes de baja. Así que es posible que Núñez vuelva a recuperar su memoria de delantero juvenil, que tan bien resultó en el Luznhiki.

Fernando Vázquez resulta impredecible y sorprenderá a todos, incluyendo a sus propios jugadores y quién sabe si a sí mismo. Ni siquiera al filo del abismo ha sido fácil de prever. Sorprendería lógicamente que dejase en el banquillo a Canobbio, que ante el Racing estará sancionado y que tiene ganas de hacerse perdonar el pecado de Pamplona. Y con Canobbio sobre el campo ya se sabe que la creación depende de él.

Canobbio es en muchos sentidos el mejor termómetro de este equipo. Un tipo con talento, al que la crisis ha acogotado y de cuya recuperación depende tanto una vez que la defensa ha dado al fin muestras de firmeza y Oubiña ha recuperado su imperio en la medular. Y es además un chico ambicioso, con ganas de que en el fútbol se hable de él. Es el hambre que el año pasado, trasladado al colectivo, proporcionó muchas victorias al Celta y es también el hambre que la UEFA vuelve a despertar en este equipo.