Lui Costas / A CORUÑA

Un vecino de Cuatro Caminos (A Coruña), de 75 años, degolló ayer por la mañana a su mujer -enferma de Alzheimer-, con un cuchillo de cocina y luego se lo clavó en el cuello en un intento frustrado de suicidarse que lo llevó al hospital.

Los hechos se produjeron a las diez y cuarto de la mañana en el edificio Efisa, en el tercero izquierda del número 1 de la calle Doctor Moragas, junto a la Jefatura Provincial de Tráfico.

Santiago Gaspar Sebastián cogió un cuchillo de cocina y propinó una cuchillada mortal en el cuello a su mujer, Ángela Porras García, de 80 años, e inmediatamente después, según fuentes policiales, llamó por teléfono a su hija, y la alertó de lo que acababa de hacer y de sus planes.

El agresor se clavó luego el cuchillo en el cuello y se infligió un corte profundo, pero no mortal. Ni los vecinos de planta ni los que residen en el segundo piso oyeron o vieron nada raro.

La única hija del matrimonio, que es profesora en un instituto cercano a la vivienda de sus padres, llamó a la Policía Local para alertar de lo ocurrido. El 092 avisó inmediatamente a una ambulancia de Cruz Roja y a la sala de emergencias de la policía nacional, que llegaron a la vivienda pasadas las diez y media.

Santiago Gaspar sangraba abundantemente por el cuello pero se encontraba consciente cuando fue trasladado por una ambulancia de Cruz Roja hasta el Juan Canalejo. Fuentes policiales explicaron ayer a mediodía que no se temía por su vida, pero el hospital no facilitó información sobre su estado. El hombre permanecía ingresado ayer bajo custodia policial.

Agentes del grupo de Homicidios de la brigada de Policía Judicial y de la Policía Científica se desplazaron poco antes de las once al domicilio que compartía la pareja para colaborar con el titular del juzgado de instrucción número 6, especializado en los casos de violencia doméstica, en la inspección ocular y el levantamiento del cadáver.

Las labores periciales se prolongaron hasta las doce y media del mediodía, momento en el que el juez y algunos policías abandonaron la vivienda con una bolsa repleta de medicamentos que supuestamente pertenecían al matrimonio. Los agentes sacaron además varias cajas con objetos personales y pruebas que se unirán a las diligencias de lo que se considera como el primer caso mortal de violencia doméstica registrado en A Coruña desde que en 2005 cambió la ley y se endurecieron las penas y las medidas de prevención para las víctimas.

El levantamiento del cadáver se produjo a la una y cuarto del mediodía, cuando empleados de una funeraria trasladaron el cuerpo de Ángela Porras García al tanatorio Servisa de As Xubias.

La policía tendrá ahora que esperar a que el agresor se recupere de sus heridas para someterlo a un interrogatorio y confirmar las sospechas que tanto policías como vecinos barajaban ayer y que apuntan a que el septuagenario actuó movido por la desesperación que le causaba el mal estado de salud de su mujer y las limitaciones que tenía para cuidarla.

Y es que Santiago Gaspar vivía solo con su mujer desde que la hija de ambos dejó el domicilio familiar, hace más de una década.

Gravemente enferma

La mujer llevaba algo más de un año gravemente enferma de Alzheimer y un mes sin apenas salir de su casa porque a la enfermedad degenerativa se unían problemas de huesos que la impedían moverse, según explicaron vecinos y amigos de la pareja.

El agresor, que había sufrido dos infartos, acababa de someterse a una intervención quirúrgica para implantarse una válvula en el corazón y se encontraba muy debilitado, según explicaron los vecinos de la pareja. Durante el periodo que Santiago pasó en el hospital fue su hija la que atendió a su madre en su propia casa.

Ninguno de los vecinos con los que contactó este diario tenía trato con la hija del matrimonio, una mujer de unos cuarenta años con dos hijos mayores a la que apenas se veía por el edificio Efisa. Los vecinos de estos bloques a los que se entra por un pasadizo que comunica las calles Concepción Arenal con la Cuesta de A Palloza se encontraban ayer muy conmocionados. El matrimonio era muy apreciado entre sus vecinos, alguno de los cuales no pudo reprimir las lágrimas al conocer la noticia.

La vecina de planta de la pareja, Rosa Fernández, mostró su dolor y sorpresa por el triste final de su vecina, a la que solía ver por la calle y a través de las ventanas cuando colgaba la ropa. Tanto ella como otros residentes del edificio que no quisieron facilitar sus nombres aseguraron que el matrimonio tenía buena relación y que mientras pudo, salía a pasear a diario. "Lo vi el martes, muy desmejorado. Debió verla sufrir y decidió matarla él porque se querían mucho, él la adoraba".

Una valoración en la que coincidieron muchas de los vecinos y las personas que conocían al matrimonio.