En su último libro, Manglano habló de 22 maneras de caerse bien, de estar a gusto con el propio "yo" facilitando, por la contra, diversos "yo" perversos que lo obstaculizan, entre los que ayer citó un sexteto. No al "yo servil", a ese que rinde la voluntad, que necesita la aprobación de modo enfermizo; no al "yo superstar" del que vive condicionado a su imagen pública, a la representación de un papel oficial que le come su expresión natural; no al "yo ninguneado", ese del que se considera insignificante, incapaz de aportar al mundo nada que valga la pena; no al "yo cretino", ese que es propio del que cree que no puede haber nada superior a él o a lo que piensa; no al "yo sensual", que sólo valora aquello que le produce placer. Y no al "yo manipulador" que pretende reducir la realidad a sus proyectos.