Así lo explica a EFE su comisario, el experto canadiense Chris Ripelle, que ha querido concentrarse en las dos primeras décadas de la larga carrera del artista francés, es decir la etapa que va de 1865 a 1883.

Titulada "Los paisajes de Renoir", la exposición, que estará abierta al público del 21 de febrero al 20 de mayo, reunirá alrededor de setenta pinturas de museos y colecciones de Europa, Estados Unidos, Japón o Brasil (Sao Paulo).

"Hemos querido fijarnos en sus paisajes porque hasta ahora no se habían estudiado de modo aislado, y es precisamente en los años que cubre la exposición cuando Renoir se muestra más innovador, más dado a experimentar y a buscar soluciones", señala el experto.

"En la percepción del público se ha asentado, sin embargo, la idea de que es Renoir es un pintor fácil", agrega Riopelle, que recuerda que después de su muerte en 1919 y hasta los años treinta, su reputación declinó mientras ascendía la de su colega Monet.

"A éste, sobre todo con obras como "Los Nenúfares", se la asocia sobre todo con el arte abstracto, pero Renoir también se acercó mucho a la abstracción, por ejemplo en el titulado "La Ola", de 1882", explica el comisario de la exposición.

"Hay paisajes de Renoir que son como manchas de verdor o que se distinguen por su gran audacia constructiva y que muestran cómo Renoir no rehuye el riesgo en ningún momento", señala Riopelle.

El año 1869 fue clave para Renoir ya que en el verano se reunió con Monet en Saint-Michel, cerca de Bougival, y ambos artistas comenzaron a pintar juntos y, en cierto modo, a competir entre ellos.

Renoir y Monet pintaron en efecto escenas semejantes, a veces desde el mismo punto de vista, de bañistas en un lugar de Croissy-sur-Seine conocido como La Grenouillere.

Renoir pasó además algún tiempo en Argenteuil con Claude Monet, pintando muchas veces también los mismos temas que su amigo, quien retrató a su vez al primero mientras pintaba en su jardín.

Riopelle ha querido destacar esa relación entre los dos artistas incluyendo un cuadro de Monet en la exposición londinense.

Otro año importantísimo en la carrera de Renoir y del impresionismo en general fue 1874 ya que entonces tiene lugar la primera exposición impresionista, que atrae a unos 3.500 visitantes y en la que Renoir expone siete obras.

En 1876 Renoir pintó estudios al aire libre y retratos en Montmartre, concentrándose en los efectos de la luz y las sombras como en el titulado "Jardín de la calle Cortot, Montmartre".

El comisario de la exposición señala cómo en su continuo experimentar, Renoir a veces aplica una gruesa capa de pintura sobre el lienzo mientras que otras veces su técnica se asemeja a la acuarela.

En 1881, explica Riopelle, gracias a que ya tiene un marchante, Renoir comienza a viajar: parte primero a Argelia y allí pinta paisajes con palmeras y exóticas plataneras, todos ellos de "sorprendente belleza" como los cuatro que se incluirán en la exposición.

Ese mismo año visita por primera vez Italia y en Venecia pinta una vista muy convencional del palacio de los Dogos, que sus amigos pintores consideran execrable, pero al mismo tiempo demuestra una vez más su audacia experimental en otras obras como la que representa la Plaza de San Marcos, o su panorama de la bahía de Nápoles.

Al año siguiente se reúne en L´ Estaque (sur de Francia) con Cézanne, y pinta también a su lado paisajes, de gran valentía formal, algunos de los cuales se mostrarán también en la exposición londinense, que pretende llamar la atención sobre la importancia de Renoir en el desarrollo de la pintura moderna.