El veredicto llega después de que él y otros 11 encausados, miembros del organismo ejecutivo de la dictadura conocido como Dergue, fueran hallados culpables de genocidio, homicidio, encarcelamiento ilegal y confiscación ilegal de propiedad privada por el Tribunal Federal Superior de Etiopía el pasado 12 de diciembre.

El proceso judicial ha durado doce años desde que se inició el 13 de diciembre de 1994, periodo durante el cual las vistas fueron aplazadas, a petición tanto de la Defensa como la Fiscalía, en numerosas ocasiones

Mengistu ha sido juzgado en ausencia junto a 73 inculpados, de los cuales 14 han muerto desde que comenzó el juicio y sólo 34 estaban presentes en la sala.

Todos los inculpados han recibido la misma pena excepto cuatro, dos que han sido sentenciados a 25 años de cárcel y otros dos a 23 años.

Mengistu, de 69 años y que vive exiliado en Zimbabue, era uno de los cabecillas de la asonada militar que destronó en septiembre de 1974 al emperador Haile Selassie y en febrero de 1977 ocupó personalmente la jefatura del Estado tras eliminar a sus ex colegas y rivales en el Consejo Administrativo Provisional Militar o Dergue.

Durante la sangrienta purga lanzada por Mengistu en las filas del Ejército, y también entre los miembros de la oposición política civil, se calcula que fueron asesinadas unas 2.000 personas, 200 de las cuales desaparecieron y nunca fueron encontradas.

Durante el "Terror Rojo", cuyo período más brutal fue entre 1977 y 1978, miles de personas fueron torturadas y los cadáveres de cientos de otras, fusiladas o estranguladas, aparecieron tirados en las calles de Adis Abeba y otras ciudades etíopes.

A él y a sus 11 aliados también se les acusa del asesinato de Haile Selassie, quien fue estrangulado en su propio lecho y su cadáver enterrado bajo los mosaicos de un baño en el palacio real.

Sesenta funcionarios, ministros y miembros de la familia real etíope fueron, a su vez, fusilados públicamente.

Mengistu se mantuvo en el poder gracias al apoyo económico y militar de la Unión Soviética, pero en 1991, tras la caída del régimen marxista del Kremlin y ante el avance de grupos rebeldes liderados por el hoy primer ministro etíope, Meles Zenawi, huyó a Zimbabue, donde el Gobierno de Robert Mugabe le concedió asilo político.