Namibia es un país muy rico en recursos mineros. Las multinacionales extraen de su tierra petróleo pero también cobre, zinc, petróleo o uranio. El mar es otro de los focos de acción de la compañías dedicadas a este lucrativo sector. Mar adentro buscan también crudo y gas. Sin embargo, hay una industria que goza de una importante reputación en el país y que se extrae de igual forma del subsuelo marino y de la tierra: los diamantes. La empresa Debmarine Namibia (una joint venture entre el Gobierno namibio y el gigante del sector De Beers) es la única en el mundo que se dedica a conseguir la piedra preciosa offshore. Una actividad que requiere de las mismas tecnologías para su búsqueda que el petróleo y que, por el mismo motivo, supone una amenaza para el medio ambiente y sus especies, acechando de esta forma al tercer mayor caladero para la flota de capital gallego en todo el mundo, con casi 40 buques congeladores y de fresco trabajando allí.

La escasez de este preciado recurso fue el que provocó que la firma se lanzará al mar para buscarlo. Las minas a cielo abierto se están agotando gradualmente y los expertos estiman que la producción bajará un 2% al año y que para 2050 ésta podría cesar. Estas pesimistas previsiones para la industria forzaron a las grandes compañías a buscar una solución con la que salvaguardar un negocio multimillonario: solo el año pasado Debmarine Namibia generó una cantidad de diamantes con un valor de 600 millones de dólares (unos 530 millones de euros al cambio actual).

Al igual que la dañina minería de fosfato que también amenaza el rico caladero namibio -como publicó FARO-, la extracción de diamantes se lleva a cabo a través de un dragado del fondo marino, previa succión a través de tubos gigantescos que destrozan el fondo marino. De hecho, el profesor de Pesca y director del Centro de Recursos Marinos Sam Nujoma de Namibia, Edosa Omoregie, ya indicó en una entrevista para este periódico que los efectos de la actividad, al igual que de la minería de fosfato, "de alterar de esta manera el fondo del mar son conocidos".

¿Y por qué trabajar sobre el fondo marino? Los científicos pensado que si el río Orange (que separa Namibia y Sudáfrica) estaba repleto de diamantes, ¿por qué no el mar a su desembocadura? Y así fue. En 1991 De Beers, que históricamente dominó la producción global de diamantes, compró derechos mineros para más de 7760 kilómetros cuadrados.

La tecnología tardó un tiempo en desarrollarse y ser perfeccionada, tanto que hasta 2002 no pudieron comenzar. Desde entonces llevan explorados nada más que un 3% de esta superficie y solo el año pasado Debmarine logró extraer 1,2 millones de quilates de la costa de Namibia.

Mientras, la firma sigue apostando fuerte por este negocio e invierte para aumentar la producción. El mes pasado el primer ministro namibio, Saara Kuugongelwa-Amadhila, y el presidente fundador, Sam Shafiishuna Nujoma, estuvieron presentes en la presentación en sociedad del SS Nujoma, un barco construido por el astillero noruego Kleven Verft por 157 millones de dólares (unos 140 millones de euros) y con 113 metros de eslora que se dedicará a la búsqueda y extracción de diamantes. En palabras del CEO de De Beers, Bruce Cleaver, está concebido para "fortalecer el futuro de la industria de diamantes de Namibia". Un futuro que, sin embargo, daña el ecosistema que nutre la pesca gallega en la zona.