La larga historia de pesca ilegal de los conocidos como "seis bandidos" podría llegar a su fin. El pasado miércoles las autoridades de Cabo Verde abordaron en sus aguas a los dos últimos buques que faenan de forma furtiva en el océano Antártico para hacerse con merluza austral, especie muy apreciada y de gran valor comercial. El Songhua y el Yongding, viejos conocidos de la ONG Sea Shepherd y de la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos Antárticos (Ccamlr, por sus siglas en inglés), fueron arrestados al llegar casi al mismo tiempo a Mindelo bajo nombres falsos y ser identificados.
Los dos buques tuvieron, además, la suerte en su contra. Y es que coincidió que decidieron fondear en el país en el que se encontraba uno de sus perseguidores de Sea Shepherd, Peter Hammarstedt, capitán del buque Bob Barker. Por motivos ajenos a la Operación Icefish que la ONG llevó a cabo entre diciembre y abril, Hammarstedt se encontraba en Cabo Verde cuando vio a un barco con el nombre Kadei y con pabellón de Sierra Leona que le resultaba familiar. En ese momento envió fotografías al Ministerio de Industrias Primarias de Nueva Zelanda, que ha estado participando en las investigaciones y que pudo confirmar que efectivamente se trataba del buque furtivo Songhua.
Poco después, miembros de Sea Shepherd observaron la llegada de una segunda embarcación que atracaba junto al Songhua. Se trataba del Luampa, también con pabellón de Sierra Leona, que fue identificado más tarde como el pesquero Yongding. Con la seguridad de que se trataba de los dos buques que pescan de forma ilegal en el océano austral, efectivos militares y policiales caboverdianos se dispusieron a abordar los buques.
Nueva Zelanda ya había sorprendido a estos dos barcos faenando juntos en aguas antárticas bajo bandera guineoecuatoriana en enero. Ya en aquel momento se investigaba su supuesta vinculación a la empresa gallega Vidal Armadores, al igual que sucedió más tarde con el Kunlun, el primero en caer de los conocidos como "seis bandidos", al ser arrestado en Tailandia.
El siguiente que comenzó a pagar por sus delitos fue el Viking, apresado en Malasia en marzo, país donde recientemente también fue retenido el Perlon.
En medio, y tras 110 días de persecución por parte de los ecologistas, el Thunder, el más infame de estos barcos, se hundía la mañana del 5 de abril. Su tripulación, entre la que había gallegos, tuvo que ser auxiliada por la ONG, que presenció lo que parecía un hundimiento intencionado.
Este doble arresto, el naufragio, y las acciones de Malasia y Tailandia ponen fin, al menos momentáneamente, a la trayectoria delictiva de estos buques que, en mayor o menor medida, tienen conexión con Galicia.