"Un gol por la escuadra y con el partido casi acabado." Con tal símil futbolístico describe el sector pesquero su indignación tras la "inesperada" aprobación por las instituciones comunitarias -Parlamento, Comisión y Consejo- de una norma que obligará a incluir en el etiquetado del pescado el arte con que fue capturado. La decisión fue adoptada durante la última fase de negociación -en los trílogos, como se conoce a los debates a tres bandas- de la reforma de la Organización Común de Mercados (OCM), una de las tres patas de la política pesquera, junto con la gestión y el fondo financiero.

Y la obligatoriedad de especificar el arte de captura es interpretado desde el sector como una nueva ofensiva contra la pesca de arrastre, que utiliza la mayor parte de la flota pesquera gallega y española -por ejemplo, en Gran Sol-, por parte de los grupos ecologistas "que llevan años intentando la prohibición de este arte y a los que ahora se les da una herramienta fantástica para realizar, por ejemplo, campañas contra el consumo de estas pesquerías". Es lo que señala desde la Cooperativa de Armadores de Vigo su director gerente, José Ramón Fuertes, quien avanzó que la propia flota y los comercializadores y transformadores de pescado están comenzando ya a organizarse para hacer llegar su disconformidad contra"este gol que nos han metido en el último momento, a iniciativa del Parlamento Europeo, y cuando ya no quedaba tiempo ni capacidad de reacción y oposición y sin que el asunto fuera conocido en los cuatro años de debate de la reforma pesquera".

El asunto y malestar del sector ante esta situación fue planteado por el presidente de Arvi, Javier Touza, al secretario general de Pesca, Carlos Domínguez, en un foro del Consejo Económico y Social de España sobre la reforma pesquera en Vigo. El propio Domínguez, señaló a este diario su desacuerdo con "esta distinción del producto por arte porque creemos que se presta a la manipulación, pero confío en la inteligencia del consumidor, sobre todo del español, que sabe perfectamente que el gallo no se pesca con palangre", en referencia las capturas de flotas arrastreras, como la de Gran Sol, de donde proceden la mayor parte de las capturas españolas de merluza, gallo, rape o cigala. "El problema es que a esa distinción se añada una valoración (negativa) y vamos a procurar explicar al consumidor que todos los artes usados legalmente son tan válidos y sostenible como otros". Domínguez también aludió a la presión ecologista contra el arrastre. "El problema no es que determinadas ONGs demonicen un arte de pesca como el arrastre, que nosotros no cremos que sea destructiva con el hábitat, sino que en determinados sitios de la UE se les presta crédito y oídos".

Desde el sector, mientras tanto, relacionan este tardío acuerdo del trílogo comunitario como un último intento de la comisaria Damanaki,"de la mano de ecologistas y muchos eurodiputados "que no tienen ni idea de lo que es la actividad pesquera" , para actuar contra el arrastre "cuando ven que la aprobación de la normativa de protección de especies profundas, que también prevé la prohibición, tiene más contestación de la que esperaban y cuando se ve que caló el mensaje del sector y sus sólidos argumentos en contra de esa propuesta".

El sector recuerda que los mismos grupos ecologistas ya intentaron la prohibición en la ONU y que "ninguna flota como la española ha aportado más datos para el conocimiento de los fondos de las aguas en las que opera -NAFO, NEAFC, Atlántico Suroccidental o Namibia- y no puede ser que se quiera prohibir un arte porque sí; habrá que regularlo, como dijo FAO".