El público invadió las calles Urzáiz, Colón, Policarpo Sanz y la avenida de García Barbón en cuanto el espectáculo concluyó. Los niños se lo pasaron en grande haciendo acopio de serpentinas y relanzándose las pelotas de confeti que no habían reventado. Fue una colonización en toda regla de un espacio generalmente invadido por el ruido de los motores.

Francisco Gil, un vigués de 64 años de edad que acudió a la batalla con su esposa, Mari Carmen Porteiro, y su nieta Irina, aseguró que el desfile le pareció "maravilloso" y le ayudó "a revivir los de antaño". Al igual que a Purificación da Silva, vecina de Urzáiz de 67 años, quien incluso recordaba que las batallas de hace más de treinta años "pasaban incluso por Príncipe".

En general, los vigueses aplaudieron esta recuperación y dieron su aprobación a futuras ediciones, que podrían incluso mejorarse.

Entre los "peros" que se le podrían aplicar a esta recuperada Batalla de Flores, por poner algunos, serían encontrar una mejor fecha -en verano no habría que mirar al cielo por si llueve-, que las carrozas pudieran encontrarse o la posibilidad de ubicar gradas en el recorrido.