La mejor forma de entender la alta siniestralidad de la autovía A-55 entre Vigo y Porriño es asomarse a las curvas de Mos y esperar. Su trazado sinuoso, los reducidos carriles de incorporación y salida, la intensidad del tráfico... y -desde 2015- una confusa señalización por obras que en ocasiones despista a los conductores forman un cóctel que se salda con accidentes cada dos por tres. A pie de asfalto se comprueba con mucha facilidad. Con las estadísticas oficiales de la DGT en la mano, también.

Los datos de Tráfico muestran que la A-55 padece un grave problema de siniestralidad. Los continuos choques y salidas de vía que soporta son la causa de que en la provincia el número de accidentes registrados en autovías triplique a los de las autopistas. En 2016 -el anuario más reciente disponible- la DGT contabilizó en las autovías de Pontevedra 186 siniestros con víctimas frente a 62 en los viales de pago. La proporción varía de un año a otro, pero siempre dibuja un escenario mucho peor en las autovías. En 2015, por ejemplo, estas soportaron más del doble de accidentes y en 2012 casi el triple: 229 frente a los 87 de las autopistas.

El dato llama la atención por varias razones. La primera, porque la red de autovías en la provincia es mucho más extensa que la de viales de pago. Según los datos de Fomento, las primeras -autovías y autopistas libres- suman 81,3 kilómetros frente a los 126,7 de las segundas. Otra razón importante es que no en todas las provincias ocurre lo mismo. En A Coruña, por ejemplo, la DGT contabilizó hace dos años 53 siniestros con heridos en autopistas frente a 67 en autovías. Allí hay 146,3 kilómetros de viales de pago frente a 77,1 de los del segundo tipo. Significativo es también que, con 186 siniestros, Pontevedra es la 12ª provincia de España con mayor número de accidentes en vías de gran capacidad gratuitas, una posición que no corresponde con su peso población: es la 16ª provincia con más residentes.

Los datos de la DGT no diferencian entre las diferentes autovías, por lo que incluyen todos los viales de este tipo que se distribuyen por la provincia: A-55, A-52, AG-53, VG-20 y AG-41. El peso que tiene la A-55 entre ellas queda claro sin embargo en otros estudios elaborados por la propia Dirección General de Tráfico. Entre Porriño y Vigo, por ejemplo, la A-55 alcanza una intensidad de tráfico de más de 36.600 vehículos diarios, muy por encima del resto de autovías analizadas por la DGT en la provincia.

El informe que elabora el organismo público sobre los "puntos negros" de España también deja claro que la A-55 es el vial más problemático de toda la provincia. En su balance de 2014 -el último publicado por la DGT en su web- identificaba 13 puntos negros a lo largo del vial que sumaban, en total, 119 accidentes. Ese año Tráfico contabilizó en las autovías de Pontevedra 257, lo que significa que solo los "puntos negros" de la A-55 -con lo que se excluyen los choques, salidas... que se produjeron en puntos aislados de la misma autovía- soportaron casi la mitad de los siniestros de toda la provincia.

La proporción varía, pero siempre se mantiene en niveles altos. En 2013, por ejemplo, los "puntos negros" de la A-55 soportaron el 38% de todos los accidentes con heridos que la DGT contabilizó en las autovías pontevedresas.

Consciente de esa situación, la DGT ha reforzado el número de radares de la A-55. A lo largo de la autovía se distribuyen seis cinemómetros fijos, frente a uno solo en la A-52. Esa media docena de dispositivos sitúan al tramo Vigo-Porriño como el que soporta una mayor vigilancia de toda la red de Pontevedra, incluidas autovías, autopistas y vías convencionales.