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Uno de cada cuatro menores castigados con medidas judiciales es reincidente

La comisaría viguesa alerta de que numerosas bandas captan a adolescentes para que asuman la culpa de sus delitos al estar amparados por una ley más laxa que elude la cárcel

Efectivos policiales vigilan una zona habitual de "botellón". // A.I.

Educados en derechos y no en deberes, ausencia de control paterno y elevados índices de impulsividad. Estas premisas conforman el carácter y personalidad de muchos menores de edad cuyos nombres ya figuran en los registros policiales de la ciudad. Sin embargo, una continuación en el fomento de estos valores aboca que el número de infracciones que puedan llegar a cometer se multipliquen. Así se contempla en la última memoria de ejecución de medidas judiciales de la Consellería de Política Social, que refleja que de los 392 jóvenes menores de 18 años que durante el 2016 se vieron castigados por una medida judicial notificada 93 ya habían cometido alguna infracción, por lo que uno de cada cuatro menores es reincidente.

Tanto fuentes policiales como expertos psicólogos comparten percepciones sobre los motivos que esconden esta elevada cifra. La benignidad de Ley del Menor podría ser uno de ellos. Y es que la comisaría viguesa explica que son muchas las bandas delictivas que captan en sus filas a menores de edad para que, una vez son descubiertos, los culpabilicen de los hechos ya que las sanciones que les pueden imponer son mucho más laxas. "Normalmente al menor se le deriva durante varios meses o un año a un centro de reinserción a cumplir penas de internamiento, por lo que estos grupos logran eludir la prisión o una condena mayor", explican estas mismas fuentes.

El ambiente en el que ha crecido el adolescente también es clave en la formación de su personalidad. Así lo contempla la psicóloga viguesa Victoria Romero. "Observamos que hay una disminución de su competencia emocional; tienen una mayor imaginación y más problemas sociales de los que pensamos", aprecia Romero. Estos problemas no solo se traducen en casos de delincuencia juvenil, sino también en absentismo escolar, depresión y alta agresividad. "Normalmente estos chicos tienen un pobre manejo de los impulsos. Esta disminución de la competencia emocional viene marcada por las presiones sociales o laboral, que hace que la atención que los padres dedican de forma diaria a los más pequeños es, a todas luces, deficiente, debería haber un reforzamiento por parte de la familia y también en los colegios con programas para que estos niños con tendencias antisociales pudieran dominar este tipo de impulsividad, porque a la larga desemboca en problemas de delincuencia juvenil", argumenta la psicóloga de Vigo.

Siguiendo la estela de las opiniones vertidas por la comisaría de la Policía Nacional, Romero considera que la sociedad es "muy permisiva con los menores". "Se les educa en derechos y no en deberes. No se ponen límites y esto hace que el niño no madure como debería hacerlo. Que los menores sean inimputables provoca que los jóvenes a nivel psicológico tengan una sensación de invulnerabilidad", razona esta profesional.

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