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Fue noticia en 1922

El otro "Vigo"

Una empresa marítima alemana bautiza con el nombre de la ciudad uno de sus mejores barcos

El "Vigo", cuando ya se llamaba "Sperrbrecher X". // FdV

La Compañía Hamburguesa Sudamérica tenía su sede en Hamburgo (Alemania). Había realizado numerosas inversiones en la construcción de barcos de transporte de pasajeros. Su filosofía era muy clara. Ser los más rápidos posibles en el trayecto entre Europa y América. Estableció bases en Lisboa, Vigo y Vilagarcía. En sus oficinas se podían comprar los billetes. Cada uno de ellos, en primera clase, llegaba a costar 550 pesetas, una elevada cantidad de dinero en aquella época.

Otra de las características de sus barcos era la comodidad para todos los pasajeros. Se podían alojar en tres clases perfectamente acondicionadas. Se destacaba que ninguno de los viajeros tendría que estar a la intemperie. Este detalle, importante en caso de mal tiempo en el mar, lo diferenciaba de forma clara de otras embarcaciones similares.

El Vigo cumplía con todos esos requisitos. Su primera visita a la ciudad fue uno de los grandes acontecimientos del año en el puerto vigués. Lo recibieron las autoridades, se le rindieron varios homenajes y se invitó a los periodistas a subir a bordo. La información del Decano refleja con nitidez la comodidad de la instalaciones y desvela que se había instalado un piano, se podían consultar libros en una pequeña biblioteca y la cantina tenía una gran variedad de productos. Además, todos ellos tenían un precio asequible. Resulta especialmente llamativo que la salida de la embarcación se realizara a las cuatro de la madrugada. Pocos barcos se atrevían a surcar la ría de noche, a pesar de contar con un eficiente sistema de baldamiento.

El Ayuntamiento de Vigo dejó constancia de su presencia en la embarcación. Carlos Sobrino fue el autor del cuadro que se le regaló al capitán del buque. En realidad fue una muestra. No lo había terminado de pintar. La obra quedó instalada en el mes de agosto, cuando el Vigo volvió al puerto en su regreso de América. También en esa ocasión se le rindió un homenaje. Las autoridades eran conscientes de que se encontraban ante uno de los barcos más emblemáticos y de prestigio. Además, transportó a destacados vigueses tanto en el viaje de ida como en el de vuelta. Después, se convirtió en habitual la presencia de gallegos en el buque.

Esta línea regular de pasajeros, que hacía una escala en Lisboa y se prolongaba hasta Hamburgo, tuvo un gran éxito. El tiempo que se tardaba en el viaje era muy inferior al de otras compañías. En su contra estaba el elevado precio del billete. A su favor, la gran cantidad de personas que emigraban hacia esos países. El coste en la tercera clase se podía considerar como asequible. Muchas personas importantes de aquella época utilizaban esta embarcación para sus viajes. La empresa disponía de otros nueve, aunque no tan modernos y rápidos como el que llegó a la ciudad.

El Vigo tuvo una larga historia. Navegó de manera regular hasta 1939. En ese año fue requisado por la marina alemana en plena segunda guerra mundial. La embarcación, rebautizada con el nombre de Sperrbrecher X, desapareció en 1944 tras chocar contra una mina. Al fondo del mar se llevó muchos recuerdos y numerosas presencias en el puerto vigués.

El nombre de Vigo se puede asociar al del vapor Vigo, construido y diseñado por el astillero Barreras a comienzos del siglo pasado. Era un barco destinado a la pesca, pero que tuvo una gran aceptación. Se construyeron alrededor de 400 unidas y se exportó a varios países, entre ellos Francia e Inglaterra. Pero eso forma parte de otra interesante historia.

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