Mientras la plaza de Vigo sufría la ocupación de los franceses, la comarca era esquilmada por las tropas de Napoleón en búsqueda de víveres. En Matamá, el que luego sería su abad, Don Juan de Bastos, movilizó a los vecinos para expulsar al invasor. La asociación de vecinos ha recuperado esta desconocida figura y su homóloga del Casco Vello ha decidido incorporarla a las representaciones de la Fiesta de la Reconquista. En la sublevación popular, el presbítero estará escoltado por una treintena de vecinos que portarán el escudo de la parroquia. Con esta, participación quieren reivindicar el relevante papel del entorno de la ciudad en la contienda.
En la labor de recuperación de la memoria de la parroquia en la que están volcados varios colectivos de Matamá, la asociación de vecinos descubrió la figura de Don Juan de Bastos. En una limpieza en el archivo parroquial, halló una copia de la carta en la que el obispo de Tui en marzo de 1825 relataba los "méritos, títulos, servicio patriótico s y padecimientos de Don Juan de Bastos". En ella, resalta su importante participación en la Reconquista de Vigo, "asistiendo al asedio" y creando la alarma de Matamá.
La presidenta del colectivo vecinal y socióloga, Chaty González, cuenta que Don Juan de Bastos, en 1809, era un joven presbítero, que pertenecía a una familia "con cierto prestigio" en la parroquia. Explica que "los curas tenían el poder moral e incluso político de convocar las alarmas", milicias populares que se formaban ante peligros como incendios, ataques de lobos, de bandoleros o de piratas. Don Juan de Bastos aún no era sacerdote, pero, junto a su padre -que sospechan que era capataz-, "alarmó mucha gente para conseguir la independencia y hacer prisionera la guarnición de las tropas de Napoleón", según exponía el obispo. Sacó de sus casas a los canteros y lavadores de Matamá, pero también animó a los campesinos "del punto de Castrelos y otros" y se presentó "con denuedo en los ataques que se sostuvieron".
Aprovechando su condición de religioso y bajo su sotana, también realizó tráfico de víveres y "otros efectos", pese a los "grandes perjuicios en sus intereses", según defendía el obispo.
Con estas credenciales y por el apoyo que luego prestó al rey Fernando ante los constitucionales, Don Juan de Bastos fue nombrado más adelante Abad de la San Pedro de Matamá.
Con una clásica sotana negra y un gorro de ala, en su debut, el personaje será encarnado este fin de semana por Esteban Estévez Bastero, director de Lameiro Compañía de Teatro. "Le dio fuerza al pueblo para que fuesen a luchar con lo que tenían y los unió", resalta este actor. Don Juan de Bastos, por el momento, tendrá un papel discreto. Lo tendrá en el episodio de la Taberna de Josefa Rial, que acaba por desatar la indignación del pueblo y propicia la revolución. Sale en defensa de la cantinera cuando se meten los soldados galos y estos le responden amenazándola. "Es el ejemplo de cómo los franceses no respetaban ni al clero", cuenta Chaty González.
Picas de canteros por armas
después, Juan de Bastos guiará a una treintena de milicianos de Matamá en la sangrienta batalla contra los franceses. Acudirán portando brazaletes con la cruz de Santiago e identificados con un pendón con el escudo de la asociación de vecinos de la parroquia, que ayer estaban ultimando. Como armas, además de aperos del campo, portarán utensilios típicos de los canteros, como picas, ya que era la profesión que predominaba en esta zona del municipio.
"Defender la ciudad era defendernos a nosotros porque venían a robar con los víveres" explica la presidenta del colectivo vecinal. "L a participación en la Fiesta de la Reconquista contribuye a que nos sintamos una parte importante de la historia de Vigo y a recuperar nuestra memoria", sostiene.
