Una unidad asociada formada por investigadores del departamento de Biología Vegetal de la Universidad y de la Misión Biológica de Galicia del CSIC ha determinado la relación entre distintas regiones del genoma del maíz y su resistencia a la plaga del taladro. Sus avances abren la puerta a nuevos programas de mejora genética de la especie para incrementar la calidad y producción del cultivo.

Los expertos detectaron que ciertas regiones del genoma que controlan el contenido en hidroxicinamatos también pueden tener un papel importante en la resistencia, corroborando estudios previos que sugerían que un aumento de estas sustancias fortificaba la pared celular del maíz y dificultaba el acceso de las larvas de taladro.

La unidad mixta, formada por investigadores del grupo BEV1 que dirige Manuel Reigosa y del de Genética y Mejora del Maíz de Rosa Ana Malvar, analiza ahora qué componentes de la pared tienen mayor influencia sobre la resistencia.

También están inmersos en un proyecto financiado por la Xunta para estudiar qué elementos de la pared celular están relacionados con la tolerancia a la sequía, la digestibilidad animal y la producción de bioetanol.