Dos meses después de que Carlos Mouriño sorprendiese a todos en una rueda de prensa con su oferta para comprar Balaídos como condición inexcusable para seguir al frente del club, el presidente del Celta no se ha movido ni un milímetro de su posición. Al contrario, la ha reforzado. Así se lo hizo saber el pasado miércoles a Abel Caballero durante un encuentro celebrado en la Alcaldía. Pero si la postura de Mouriño es inamovible, la del regidor es exactamente igual pero en el otro extremo: Balaídos no se vende, ni hoy ni en el futuro.

El presidente céltico acudió a la reunión, solicitada por él mismo, con la única intención de ratificarle al alcalde su empeño por adquirir el estadio y justificó la operación por dos motivos: la necesidad que tiene el Celta de adquirir patrimonio y la propiedad del estadio como garantía de un futuro despejado. Además dejó entrever, como ya había adelantado el pasado 18 de octubre, que en el caso de que no fructificase su oferta, él vendería sus acciones (posee más del 50%) a un inversor extranjero, con toda probabilidad un fondo chino. La operación está cifrada en más de cien millones de euros.

El diálogo que discurrió en términos cordiales en la forma fue, sin embargo, un choque frontal en cuanto al contenido. Según fuentes conocedoras del encuentro, el regidor le ratificaría que Balaídos no está en venta, "ni ahora ni nunca porque es patrimonio de la ciudad, y porque una inmensa mayoría de los vigueses, incluidos todos los grupos políticos, rechazan de plano venderlo". Además mostraría su extrañeza por la necesidad que pudiese tener el Celta en adquirir un estadio "que va a disfrutar durante los próximos 18 años gratis, sin ningún coste y además en exclusiva".

En todo caso, Caballero también dejaría claro que en el hipotético caso de que el Celta fuese algún día propietario de Balaídos -algo que la ley tampoco lo permite-, no podría abrir negocios comerciales en el estadio pues el Plan Xeral lo impide.

Pese a esta negativa, Mouriño advirtió al alcalde que no cejaría en su intención de conseguir esa propiedad y que incluso estaría dispuesto a buscar apoyos en la ciudad, en alusión probablemente a grupos de peñistas, asociaciones, colectivos e incluso partidos. El presidente celeste entiende que sí existen en Vigo colectivos, instituciones o personalidades que respaldarían su posición e intentaría atraerlos a su causa.

El regidor, mientras, cree que el asunto ya no tiene más recorrido ni margen de negociación. Por eso mantiene que la reforma que está en marcha y cuya inversión supera los 30 millones seguirá hasta el final. Y con independencia de quién esté al frente del club: "Porque el estadio es de todos los vigueses, ni del alcalde ni del presidente del Celta".