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Tres rehabilitaciones cruciales en el próximo trienio

Una segunda juventud para tres símbolos urbanísticos vigueses

Las administraciones optan por la recuperación de tres edificios emblemáticos de la arquitectura y la economía local para ubicar la sede de la Universidad, la nueva Tesorería y la Ciudad de la Justicia

No hay arquitectura más eficiente que la capaz de rehabilitar viejas construcciones en desuso y convertirlas en edificios funcionales que llevan vida a ámbitos ahora mismo en deterioro. La decisión de recuperar inmuebles ya existentes en lugar de construir otros de nueva planta se vuelve todavía más determinante cuando se trata de rescatar del olvido edificaciones importantes en la historia de una ciudad como sucede en el caso de Vigo con la fábrica de estampado de hojalata de La Metalúrgica, las casas mariñeiras de O Berbés o el antiguo Hospital Xeral.

Las administraciones central, autonómica y local han apostado en sus últimos tres grandes proyectos por restaurar construcciones abandonadas para ubicar en ellas nuevas instalaciones públicas. Lo hizo el Ministerio de Empleo al decidir unificar, aunque con varios años de retraso, todas sus dependencias en un nuevo inmueble en la finca de La Metalúrgica en García Barbón, y también la Vicepresidencia de la Xunta al dar un giro de 180º hace ahora diez meses y proponer el traslado de la Ciudad de la Justicia a la torre de Pizarro en lugar de construir un nuevo edificio en la calle Lalín. El acuerdo fue unánime con el Concello y la judicatura viguesa, que espera ver solventados sus gravísimos problemas de espacio hacia finales de 2019. Los plazos son ajustados. La Xunta quiere adjudicar la rehabilitación de la torre de Pizarro el próximo verano y se necesitan 28 meses de obra, por lo que no hay margen para imprevistos.

Algo antes debería materializarse el regreso de la Universidad de Vigo al casco urbano en una nueva sede institucional en la plaza de O Berbés. Hace diez días que la Consellería de Educación resolvió el concurso y eligió el diseño del estudio santiagués Abalo Alonso para poner en pie tres antiguas casas mariñeiras abandonadas desde los años 80 y de las que ya solo se conservan los soportales. Su aspecto ruinoso supone una falta imperdonable en la que fue la "cuna de Vigo" y sigue siendo referencia turística ineludible frente al puerto pesquero.

El director del Instituto Galego de Vivenda e Solo (IGVS), Heriberto García, del que depende el Consorcio Casco Vello de Vigo, que cede los tres edificios a la Universidad por 40 años, confía en que esta actuación "abra una nueva etapa en la zona y la vuelva más atractiva económicamente al combinar usos administrativos y de viviendas".

Con esta doble vertiente arquitectónica y social también se planteó la recuperación del antiguo Xeral, que devolverá la vida en términos económicos al entorno de Pizarro, muy afectado hace un año con la clausura del hospital. También el tramo final de García Barbón hacia Isaac Peral confía en experimentar una gran mejora con la unificación de los 240 funcionarios de la Seguridad Social en el nuevo edificio de La Metalúrgica, diseñado por técnicos del Ministerio y del que no hay infografías disponibles.

La sede de la Univerdidade de Vigo - De cobijar gamelas y aparejos de oesca a sede universitaria

Vecinos y comerciantes del Casco Vello aguardan que la futura sede de la Universidad de Vigo en O Berbés suponga un punto de inflexión en la recuperación de la "cuna de Vigo". En esos soportales ahora en ruinas empezó el desarrollo de la ciudad y en el proyecto de reconstrucción de tres casas mariñeiras en los números 11, 13 y 15 de la plaza están depositadas muchas esperanzas. El barrio que vio nacer a Vigo se ha quedado al margen de la profunda transformación que está experimentando el casco histórico y el desembarco de la Universidad podría ser el acicate para renovar toda la fachada de O Berbés.

Se trata además de una actuación estratégica para la institución porque le permitirá regresar al centro tras abandonar el antiguo Rectorado de Areal hace ya diez años. Junto a una sede institucional y de I+D+i está previsto que el nuevo inmueble acoja el Centro de Lenguas, aulas para mayores y espacios para coworking, como se anunció en abril durante la firma del convenio con la Xunta, que a través del Consorcio Casco Vello de Vigo, participado en un 90% por Infraestructuras y en un 10% por el Concello de Vigo, cede de forma gratuita el espacio durante cuarenta años.

Por medio de un concurso de ideas se seleccionó el proyecto del estudio Abalo Alonso para devolver la vida a una zona en ruinas desde hace años. Su diseño reinterpreta las antiguas barcazas de pescadores y las galerías tradicionales de las casas mariñeiras que daban a la plaza y opta por la madera como elemento central para unir tradición y modernidad.

Esta actuación supone cumplir una deuda pendiente con la historia local. Esas casas ahora casi desaparecidas estaban en primera línea de mar. Mantenían una perfecta simetría entre ellas y todas constaban de dos plantas: la inferior usada para almacenamiento de redes, anzuelos y demás aparejos de pesca o pescado en salazón, mientras en la superior residían las familias. En la misma playa se recogía, se limpiaba y se repartía el pescado, lo que deja intuir un paisaje y unas condiciones de salubridad muy distantes del aura casi romántica que nos trasladan los grabados de la época.

Los tres edificios que se rehabilitarán suman 1.503 m2 y el proyecto elegido conserva por estar sujetos al Pepri del Casco Vello los icónicos soportales donde se almacenaban las rudimentarias embarcaciones para faenar. O Berbés fue el primer puerto pesquero de Vigo. Empezó a transformarse con el inicio del relleno de Cánovas del Castillo en 1892.

Tesorería de la Seguridad Social - El estamapado de hojalata deja paso al bullicia de funcionarios

A finales del siglo XIX las fábricas de conserva estaban en pleno apogeo y consumían grandes cantidades de hoja de lata que se importaban desde Bilbao e Inglaterra. La falta de envases llevó a varias factorías a detener la producción en 1899 y provocó una gran movilización ciudadana en 1900. Es en este contexto en el que el empresario Antonio Alonso Santodomingo decide crear la primera empresa de litografía sobre hojalata gallega junto a Guillermo Curbera y José Barreras Massó, ingeniero que se encargó además de diseñar La Metalúrgica.

Los inicios fueron duros y llevaron a Pumariega a abandonar la empresa y fundar en Coia otra fábrica de envases metálicos litografiados: La Artística. Las dos firmas viguesas, junto a La Artística de A Coruña, lideraron el sector a nivel estatal. Las exigencias de la industria obligaron en 1917 a incorporar nuevos procesos de fabricación en García Barbón y emprender una primera ampliación con proyecto de Jenaro de La Fuente en terrenos aledaños. A esta le seguiría otra segunda hacia el lado derecho del inmueble de la que se encargó Castro Represas.

La factoría funcionó durante medio siglo y fue abandonada en la década de los 50. Las naves ya desaparecidas fueron utilizadas como parque de bomberos antes de servir de cocheras a la Policía Nacional.

La parcela languidecía cuando en 2005 la Tesorería General de la Seguridad Social compró parte del solar de La Metalúrgica a la Policía Nacional por 10,8 millones. En 2007 se anunció la entrada en funcionamiento del nuevo edificio de oficinas en 2010, pero no fue hasta marzo de 2016 y tras concederle el Concello cuatro prórrogas en la licencia de obra al Ministerio de Empleo cuando se puso la primera primera. El nuevo inmueble tendrá 13.000 m2 construidos sobre dos torres, una de seis plantas hacia García Barbón y otra de cuatro alturas hacia Serafín Avendaño. La obra avanza lenta y aún no es visible.

La fachada histórica está protegida y será restaurada. El edificio se construirá un metro por detrás. El historiador Francisco Pérez, autor del libro Arquitectura industrial en Vigo (1898-1939) reconoce que el principal desafío es "hacer que encaje la parte histórica con la nueva construcción".

Ciudad de la Justicia - El primer hito de la arquitectura se reinventa como sede judicial

El 16 de septiembre de 1955 el comercio local cerró y las industrias dieron permiso a muchos trabajadores para que asistieran a la inauguración de la "gran residencia sanitaria Almirante Vierna". La razón era que Franco y su mujer acudirían en persona y se buscaba dar "realce" al evento. El libro que conmemora el 50 aniversario del Hospital Xeral cuenta que ese día solo había 64 pacientes ingresados y se pidió a personal y a algún vagabundo que se pusieran el camisón para que el gigantesco inmueble no pareciera tan inhóspito. La torre del por entonces Seguro Obligatorio de Enfermedad se convirtió en un espectáculo desde que el 29 de agosto de 1949 se puso la primera piedra. Generó un gran debate entre las personalidades de la época por sus imponentes 21 plantas y el cambio radical que imprimía en la fisonomía de Vigo. El Miércoles Santo de 1955 se realizó la primera prueba de iluminación nocturna causando gran impacto entre los viandantes. FARO publicó al día siguiente la insólita imagen bajo el titular "¿Un rascacielos neoyorkino?". Así se le conocía. Fue el edificio más alto de Galicia hasta 1975.

La residencia tenía tecnología puntera, pero su funcionamiento se vio lastrado por la falta de personal y de formación para utilizar las herramientas que habían puesto a su disposición. La congestión de sus últimos años como Hospital Xeral nada tienen que ver con sus comienzos, donde se convirtió en atracción turística e incluso acogía visitas de colegios. Su planta 16 era el mirador más apreciado de Vigo.

No fue hasta el año 1983 con el doctor Xulio Beiras Torrado en la dirección cuando el INSALUD decidió modificar el nombre por el de Hospital Xeral de Vigo que se mantuvo en activo hasta septiembre de 2015 tras sufrir varias ampliaciones, la primera de calado a comienzos de los años 80. Estos añadidos fueron envolviendo el esbelto edificio original diseñado por Martín José Marcide y con el que ahora busca reencontrarse Alfonso Penela en su proyecto para rehabilitar el inmueble como Ciudad de la Justicia.

Vicepresidencia de la Xunta se ha propuesto derribar las edificaciones anexas y acondicionar la torre en tres años con una inversión de 25 millones de euros. El nuevo diseño recupera el blanco característico de la residencia Almirante Vierna y despeja el entorno con una gran plaza pública.

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