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El estampado de hojalata deja paso al bullicio de funcionarios

Imagen de la imponente fachada de La Metalúrgica ya en desuso en el año 1981. // Cameselle

A finales del siglo XIX las fábricas de conserva estaban en pleno apogeo y consumían grandes cantidades de hoja de lata que se importaban desde Bilbao e Inglaterra. La falta de envases llevó a varias factorías a detener la producción en 1899 y provocó una gran movilización ciudadana en 1900. Es en este contexto en el que el empresario Antonio Alonso Santodomingo decide crear la primera empresa de litografía sobre hojalata gallega junto a Guillermo Curbera y José Barreras Massó, ingeniero que se encargó además de diseñar La Metalúrgica.

Los inicios fueron duros y llevaron a Pumariega a abandonar la empresa y fundar en Coia otra fábrica de envases metálicos litografiados: La Artística. Las dos firmas viguesas, junto a La Artística de A Coruña, lideraron el sector a nivel estatal. Las exigencias de la industria obligaron en 1917 a incorporar nuevos procesos de fabricación en García Barbón y emprender una primera ampliación con proyecto de Jenaro de La Fuente en terrenos aledaños. A esta le seguiría otra segunda hacia el lado derecho del inmueble de la que se encargó Castro Represas.

La factoría funcionó durante medio siglo y fue abandonada en la década de los 50. Las naves ya desaparecidas fueron utilizadas como parque de bomberos antes de servir de cocheras a la Policía Nacional.

La parcela languidecía cuando en 2005 la Tesorería General de la Seguridad Social compró parte del solar de La Metalúrgica a la Policía Nacional por 10,8 millones. En 2007 se anunció la entrada en funcionamiento del nuevo edificio de oficinas en 2010, pero no fue hasta marzo de 2016 y tras concederle el Concello cuatro prórrogas en la licencia de obra al Ministerio de Empleo cuando se puso la primera primera. El nuevo inmueble tendrá 13.000 m2 construidos sobre dos torres, una de seis plantas hacia García Barbón y otra de cuatro alturas hacia Serafín Avendaño. La obra avanza lenta y aún no es visible.

La fachada histórica está protegida y será restaurada. El edificio se construirá un metro por detrás. El historiador Francisco Pérez, autor del libro Arquitectura industrial en Vigo (1898-1939) reconoce que el principal desafío es "hacer que encaje la parte histórica con la nueva construcción".

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