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Diego Malvárez: "Etiopía es una gran oportunidad para las empresas gallegas"

"Los etíopes han pasado de pasear cabras a montar negocios muy complejos. El avance es sorprendente y este es el momento exacto para desembarcar aquí"

Diego Malvárez, en las oficinas de EforE, en Adis Abeba.

Nació en Lousame, comarca de Muros y Noia, y a los 18 años se trasladó a Vigo para estudiar una Ingeniería Industrial. Fue profesor adjunto en la Universidad al tiempo que terminaba la especialidad y el proyecto. "Me empezó a picar el gusanillo del emprendimiento así que hice un curso especializado en la EOI de Santiago y mi proyecto resultó el ganador", dice este gallego de 31 años que ahora trabaja en Etiopía. "Descubrí que me gustaba analizar oportunidades de negocio y valorar proyectos emprendedores y empecé a trabajar en el Centro Financiero de Vigo analizando startups para aceleradoras y agencias de inversión".

-Pero ¿cómo acabó en Etiopía?

-A un gran amigo le propusieron ir a Etiopía para arreglar una máquina. Como soy un poco el consejero de la pandilla, me pidió mi opinión y le dije que me parecía una gran oportunidad. "Es más, consígueme una entrevista para conocer ese proyecto", le pedí. Me entrevisté con Macario Yebra, decano del Colegio de Ingenieros de A Coruña, y parece que mi perfil le gustó, porque en cuatro días estaba en Adis Abeba.

-¿En cuatro días? ¿Y qué dijo su entorno, su familia, sus amigos? Los dejaría sorprendidos...

-Mi familia me apoyó desde el principio, aunque con mucho miedo. Cuando le estaba confirmando a mi madre que me iba, se cortó la llamada. Al recuperar la conexión ella estaba hablando con una amiga y decía: "Me acaban de dar la peor noticia que podían darme..." ¡Pobre! pero me apoyó, por supuesto.

-¿Cómo fue su llegada a Adis Abeba?

-Llegué en noviembre de 2015. Mi primera impresión fue de una ciudad lluviosa, en pleno desarrollo y caótica. Estaba muerto de miedo. Me vinieron a recoger al aeropuerto y me dejaron en la que iba a ser mi casa, un chalet en una zona residencial. Me encantó. Al día siguiente, como no conocía a nadie, Alemye, la persona que me había venido a buscar, quiso ser amable y me invitó a una reunión familiar y de amigos, una especie de cumpleaños. ¡Uf! Pero fue un bautismo duro. Miaza, la cocinera de la casa, me tuvo que acompañar a un punto de la ciudad, Magenagna, y ya tuvimos que coger buses, furgonetillas... en fin los medios de transporte de aquí, que son muy pintorescos. Llegué a un plaza atestada de gente. Con la cara de "farenji" (guiri) despistado que tenía y el susto en el cuerpo, todos me miraban. ¡Estaba en estado de shock! La fiesta era de unas 50 personas metidas en una vivienda en la que a duras penas habrían entrado dos. En el sitio en el que comíamos había una alcantarilla de aguas negras, la comida me resultó extrañísima... de vuelta a casa me acompañó uno de los invitados. Yo, por supuesto, no tenía ni idea de dónde estaba ni de cómo regresar así que cuando abrí la puerta de mi casa... ¡me sentí a salvo! Al día siguiente, salió el sol y me fui a caminar... y el miedo desapareció.

-¿Qué es lo que hace aquí, a qué se dedica?

-Soy el director de proyectos de la oficina de EforE (EspañaforEthiopia). Desarrollamos negocio entre empresas españolas y locales, aportamos know-how y mejoramos técnicas de gestión y producción a través de joint ventures o servicios de consultoría industrial y management. Éste es el momento para venir a este país, pero la curva de aprendizaje es lenta y costosa; por eso nosotros aportamos ya este conocimiento y esa inversión, y así las empresas que vienen de nuestra mano pueden aprovechar la oportunidad y llegar aquí, si no a mesa puesta, casi.

-¿Qué proyectos tienen en marcha?

-Trabajamos con empresas de sectores diversos, como metal, licores, alimentación, cartón, vidrio, cables... Hay muchas oportunidades, está todo por hacer.

-¿Por qué Etiopía?

-Porque aquí se está apostando por una economía basada en el desarrollo industrial, ya que todo lo que tengan que traer de fuera les resulta caro y afecta al desarrollo que quieren lograr, así que prefieren ser ellos quienes produzcan. Además, con el conocimiento del mercado que nosotros ya tenemos y que te ahorra todo ese aprendizaje que mencionaba antes, es muy sencillo triunfar, porque el payback de los proyectos aquí es ridículamente corto.

-¿Y qué están produciendo los etíopes? ¿Qué sectores son los más interesantes?

-Destaca especialmente el sector eléctrico, que es estratégico para ellos y está en pleno desarrollo; el agua, que es una prioridad porque, al contrario de lo que pensamos en España, Etiopía es un país con muchísima agua, lo que ocurre es que está muy mal gestionada y el país no puede permitirse que cuando paran las lluvias eso afecte a los cultivos y, por tanto, a su población y a sus exportaciones de alimentos. Y el sector inmobiliario. No te puedes imaginar lo que es el boom de la construcción en este país. Yo nunca he visto una cosa igual en el mundo. Ahora mismo se están construyendo 150.000 viviendas sólo en Adis Abeba y en 3 ó 4 años tienen previsto hacer otras 750.000. También se están construyendo oficinas para las empresas que llegamos de fuera y para el mercado empresarial local y en paralelo, claro, es necesario crear infraestructuras, dar servicios a los polígonos...

-¿Es Galicia una región que puede aportar algo a Etiopía?

-Desde luego que sí. Como gallego, pienso que Galicia podría aportar mucho en el sector lácteo, tanto en producción como en técnicas de tratamiento. La leche gallega podría traerse para desarrollar aquí productos derivados y solucionaríamos de paso el problema de las cuotas lácteas europeas. Otro sector de gran interés sería el termal. En Etiopía hay importantes recursos termales, lo que sería muy interesante para el sector turístico etíope, y Galicia sabe mucho de eso. Luego está la acuicultura, donde somos grandes expertos; otro sector vital es el de procesado de alimentos y conservas, un área en la que somos una potencia mundial y que aquí es una gran necesidad y, finalmente, el sector de canteras y áridos: en Etiopía hay mucho mármol de calidad, pero no tienen tecnología para extraerlo.

-Recientemente ha habido unas protestas contra el Gobierno que acabaron mal en la zona de Gondar y Bahir Dir y que en la prensa internacional se interpretan como un peligro para la estabilidad política y social... Las protestas parece que pueden seguir. ¿Cómo afectan este tipo de hechos al atractivo del país como mercado?

-Estas noticias siempre generan incertidumbre, pero en este país durante décadas se han vivido problemas mucho más graves y largos, grandes guerras y conflictos, tanto internos como internacionales y, sin embargo, en los últimos 25 años se ha conseguido una gran estabilidad y a la vista están el crecimiento y los logros que reconocen instituciones internacionales como el Banco Mundial y la ONU. En mi experiencia personal, desde que he llegado, yo lo que he visto es que día a día la calidad de vida mejora y la seguridad también.

-¿Qué le sorprende todavía de este país?

-Me sorprende el momento histórico que están viviendo. Han pasado de pasear cabras a montar negocios muy complejos; las profesiones han cambiado radicalmente. La gran mayoría de la gente en las ciudades estudia en la Universidad, lo que espero que dé buenos profesionales en el futuro. Vas por la calle y ves todo lo que hay por hacer y lo fácil que sería centrarse en un negocio y desarrollarlo.

-¿Va a volver a Galicia?

-Estoy bien integrado y a gusto aquí. Los etíopes son personas orgullosas y amables. Adoran su cultura y su tierra y a mí, particularmente, me han recibido con cariño y cuidados. Mi idea es quedarme una buena temporada para desarrollar proyectos y aprovechar esta oportunidad. Luego tal vez tener base ya en España y venir de vez en cuando.

-Nos echará de menos ¿no?

-Pues claro. Especialmente a mi familia, a alguna persona especial, a mis grandes amigos de Vigo, la comida... y navegar por la ría tan estupenda que tenemos.

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