La empresa o particular que se plantee desplegar sus drones para inmortalizar el próximo miércoles desde el aire la imagen del mayor crucero del mundo, el Harmony of the Seas, atracado en la Estación Marítima, que se lo piense dos veces. O mejor, que lo descarte. El cielo portuario vigués está vetado a la circulación de vehículos aéreos no tripulados. Una prohibición cuyo incumplimiento podría acarrear sanciones de hasta 21.000 euros, y en caso de provocar daños a bienes o personas por la caída accidental de uno de estos artefactos dirigidos por control remoto, las indemnizaciones correrán a partes iguales por cuenta del operador y de quien le contrató el vuelo.

En septiembre de 2014, los drones volaron a lo largo y ancho de la terminal viguesa para fotografiar al mastodóntico Oasis of the Seas, que con sus 362 metros era, junto a su gemelo Allure of the Seas, el número 1 del mundo en dimensiones y número de pasajeros. Pero ahora hay una normativa que regula de forma específica la actividad de estos artefactos y las autoridades aéreas se han vuelto mucho más restrictivas a la hora de permitir su presencia en los eventos donde más interesa desplegarlos. "Ciñéndonos a la norma de drones, pidiendo permiso al aeropuerto, tal vez lo autorizaran, pero en el caso del Harmony ya existía un impedimento legal previo, lo que pasa que hasta ahora no pasaba nada", argumenta Alberto Castaño, operador de drones y reconocido experto en este sector.

Castaño se refiere a la consideración que tiene el ámbito del puerto vigués como CTR, un espacio aéreo controlado asociado al aeropuerto de Vigo que tiene como objetivo proteger la entrada y salida de aviones. Desde la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) se muestran tajantes: "No se permitiría volar un dron ni el día del Harmony ni cualquier otro", zanja.