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Dos horas y media de examen o lecciones de museo

Las Anpas calcula en más de un 85% el boicot a la reválida en los centros públicos

Alumnos de sexto en las actividades organizadas ayer por Foanpas.

Alrededor de 2.600 alumnos de 6º de Primaria -cifra estimada en base al censo- de los colegios vigueses estaban convocados ayer a la primera de las tres sesiones de la nueva prueba de evaluación introducida por la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce), más conocida como reválida. Sin embargo, fueron pocos los que se enfrentaron a ella. Al menos, en los 44 centros públicos de la ciudad. En ellos, la Federación Olívica de Asociacións de Nais e Pais (Foanpas) calcula que se ausentaron de clase entre el 85 y el 87% de los estudiantes.

"La repercusión del rechazo fue importante", analizan desde este colectivo y entienden que los padres "tienen claro que no quieren esta ley ni este sistema educativo ni a donde conducen". Como alternativa educativa a someterse a la reválida, la federación organizó ayer una visita al Museo Liste, a la que acudieron una treintena de chicos. Hoy, recibirán una clase de naturaleza en el zoológico y, mañana, aprenderán con juegos cooperativos en el parque de Castrelos.

Así, mientras algunos estudiantes descubrían fondos etnográficos y otros muchos se quedaban en sus casas, también había clases de 6º de Primaria llenas. Como la del colegio Canicouva.

En el barrio de Teis, se producía la curiosa circunstancia de que mientras en el colegio de Friáns solo acudían dos alumnos -después de que se decidiera en el asociación de madres y padres no enviar a los hijos al colegio estos días-, en el de San Salvador solo faltaban dos.

La asistencia no significa necesariamente que la familia esté de acuerdo con la reválida. A la espera de que sus hijos salieran de clase, Rocío Fernández cuenta que está en contra de la prueba, pero que su niño la hará porque es "tranquilo" y "no le supone ningún problema". "Durmió bien" porque en su casa también se encargaron de transmitirle esa "tranquilidad", pero conoce otros casos que sí se han "angustiado". Diego Covelo confiesa que, "si contara para la nota", hubiera sido otra cosa. Su madre propone que, si quieren conocer el nivel del centro, examinen a los docentes.

Óscar Martínez llama la atención sobre el hecho de que "no vale para nada" evaluarlos en el último año del colegio, antes de ir al instituto porque, si hay algo que cambiar, el centro ya no puede tomar medidas con estos niños. Entiende que los tres días que se dedican a las pruebas estarían mejor empleados en preparar el último trimestre. En casa, le restaron importancia a la prueba y se lo transmitieron a su hijo Alejandro, para que no se pusiera nervioso, aunque este no pudo evitar estarlo "un poquito". En la de Javier Paratcha, en cambio, les parece bien que se teste el "nivel del colegio" con esta prueba". Él supo hacer "la mayoría".

Los niños se sometieron a una primera hora de comprensión lectora en competencias de lingüísticas con un examen "tipo test" que los chicos coincidieron en calificar de "bastante fácil". Tras veinte minutos de recreo, se enfrentaron a 25 minutos para desarrollar historias que les resultaron algo escasos. Y tras otro descanso, les pusieron sobre la mesa el más complejo de los exámenes de ayer, el de matemáticas. "Había cosas que no habíamos dado y otras, olvidado", cuentan Nerea Comendeiro y María Otero. La jornada acabó con el tercer recreo de la mañana. "A ver quién les da ahora clase después de tanto examen", justificaba un profesor.

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