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El kilométrico viaje de la pardela

Biólogos de Vigo, Santiago y Coimbra atribuyen la población de Cíes a una mezcla de aves

Ejemplar de pardela en Cíes // FARO

La aparición de la pardela cenicienta en Cíes en 2007 supuso un hito para una especie que a pesar de tener capacidad para cubrir miles de kilómetros en un solo vuelo es reacia a formar nuevas colonias. Biólogos de las universidades de Vigo, Santiago y Coimbra han estudiado esta población y las otras dos localizadas en Sisargas y Coelleira -las tres constituyen las más norteñas del mundo- con el objetivo de determinar la procedencia de los individuos fundadores y el progreso inicial de estos asentamientos, así como sus características genéticas.

Sus resultados, que acaba de publicar la revista PLOS One, revelan que los primeros colonizadores se desplazaron desde los diferentes asentamientos del Atlántico, algunos muy alejados, como los de Madeira o Islas Salvajes, situados a más de 1.500 kilómetros de las costas gallegas. Aún así, los investigadores no descartan la presencia de algún individuo originario del Mediterráneo. Esta mezcla de procedencias ha dado lugar a una elevada diversidad genética en las tres poblaciones, similar o incluso superior a la de colonias históricas y de mayor tamaño.

Los autores del artículo -Ignacio Munilla, Meritxell Genovart (actualmente en el Imedea), Vitor Paiva y Alberto Velando- realizaron observaciones diurnas y nocturnas, además de estudios morfológicos, en las colonias gallegas de Calonectris diomedea desde 2008 hasta 2014. Y para poder determinar su procedencia analizaron el ADN de casi 200 ejemplares de las 5 poblaciones representativas de la distribución de la especie en el Atlántico -Berlengas, Tenerife (Canarias), Salvaje (Islas Salvajes), Desierta (Islas Desiertas) y Corvo (Azores)-, así como de tres del Mediterráneo en Mallorca, Menorca y Túnez.

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El estudio plantea que tres grupos de no reproductores, que sumarían alrededor de 200 ejemplares, comenzaron a visitar las costas gallegas a mediados de la pasada década. Con el tiempo, algunos de ellos llegaron a reproducirse aquí y dieron origen a nuevas colonias que amplían la distribución de la pardela 500 kilómetros hacia el norte.

Los asentamientos gallegos suponen una oportunidad para estudiar el proceso de colonización de la pardela, sobre el que apenas existe conocimiento. El primer registro de la especie en el noroeste peninsular tuvo lugar en el parque nacional Islas Atlánticas en 2007 y cuatro años después las colonias de Cíes, Sisargas y Coelleira estaban activas.

La pardela es un ave pelágica y pasa la mayor parte de su vida en el mar. Construye sus nidos en los acantilados y aguarda frente a ellos a que anochezca para regresar a tierra y alimentar a sus crías.

Durante el estudio, más de 200 ejemplares visitaban las colonias gallegas y tanto el número de nidos como el de parejas reproductoras aumentaron entre 2009 y 2013.

Los biólogos marcaron 86 nidos durante el periodo de estudio, de los que 61 seguían siendo utilizados en 2013. En su estudio hacen constar los nocivos efectos en las colonias de Sisargas y Cíes de la depredación por parte de gatos y del visón americano.

Un total de 128 ejemplares, incluidos 9 polluelos, fueron capturados en 168 ocasiones para ser estudiados. Aunque la mitad de las pardelas mostraron una probabilidad baja de ser asignadas a una población de origen, la mayoría procedían de las colonias del Atlántico: el 41,7% de Islas Desiertas, al sureste de Madeira; el 20,4% de Azores; y un 13,6% de Berlengas, una reserva natural próxima a la costa portuguesa. Solo algunos ejemplares procedían del Mediterráneo.

La colonización es esencial para la persistencia de muchas especies sobre todo en nuestros días, cuando nuevos hábitats son ocupados como respuesta al cambio climático. En este sentido, otros estudios también señalan que los grupos de fundadores grandes y mezclados como los de pardela en Galicia son más eficientes que los pequeños y con un solo origen.

Esta ave marina tarda en alcanzar la madurez y cada puesta solo tiene un huevo, lo que añadido a la sobreexplotación pesquera, la contaminación o el cambio climático ha ocasionado su declive a escala global. La productividad anual en Galicia es muy baja, de 4 a 7 polluelos, de ahí la importancia de potenciar investigaciones de este tipo que contribuyan a conservar las nuevas poblaciones.

Actualmente, se desarrolla otro proyecto en Islas Atlánticas financiado por el Organismo Autónomo de Parques Nacionales y liderado por Jacob González-Solís, de la Universidad de Barcelona, para determinar las rutas marítimas de tránsito y búsqueda de alimento de la pardela de Cíes. Los biólogos catalanes colaboran con colegas de la Universidad de Vigo.

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