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El gafe del restaurante flotante

Subastan en Valencia el "Oceander", el barco reconvertido para la hostelería que abandonó Vigo endeudado con el Puerto

El "Oceander", atracado en la Marina Real Juan Carlos I de Valencia. // FdV

Aquel pintoresco barco del estilo de los que surcan el Misisipí que supuso un auténtico quebradero de cabeza para el Puerto de Vigo se ha convertido también en un estorbo en su siguiente escala: la dársena más chic de Valencia, la Marina Real Juan Carlos I. Tampoco aquí el Oceander logró romper el gafe que arrastra desde hace diez años, cuando intentó embarcar a los vigueses reconvertido en un restaurante flotante, el "TapasBar", amarrado en el exterior del espigón del Náutico. Llegó a la marina valenciana en 2006 para volver a intentarlo como reclamo hostelero bajo el nombre de "90 nudos" pero cerró poco tiempo después y ahora sale a subasta por 900.000 euros.

Las deudas persiguen a este buque allí donde va. Construido en 1962 con un diseño pensado para navegar por ríos europeos y reformado en 2003, languidecía amarrado en A Ramallosa sin ningún rumbo aparente. Hasta que un grupo de empresarios vio en el casco de acero de 56,40 metros de eslora por 7,08 de manga una oportunidad de negocio de hostelería si se ubicaba en una zona ribereña tan urbana y céntrica como As Avenidas. Restauraron por completo su interior, embellecieron la cubierta al aire libre con suelo de teka, y tras muchos meses de intenso trabajo por fin llegó el día de la inauguración. Al acto asistieron, entre otros, representantes de la Autoridad Portuaria, que seducida por la iniciativa concedió todas las facilidades para que atracase por fuera del concurrido paseo que conduce al faro del espigón del Náutico.

El Puerto acabaría por arrepentirse de su apoyo al restaurante flotante. En parte por los desperfectos ocasionados por los sucesivos temporales del invierno, el Oceander cesó su actividad restauradora en 2006, pero no fue hasta cuatro años después cuando se consiguió que desalojase la zona que ocupaba, encajada entre el exterior del dique y la línea de Duques de Alba construida como extensión al muelle de Comercio para que pudiesen atracar trasatlánticos. Sus propietarios llegaron a deber más de 14.000 euros en tasas portuarias y acumuló hasta tres órdenes de embargo. Al final, como precisaban ayer desde el Puerto, "fue adjudicado en auto judicial en ejecución de sentencia que declaró quién era el dueño, pagó los gastos de puerto y se fue".

Con este malogrado cuaderno de bitácora arribó en 2011 a la Marina Real de Valencia. En esta dársena logró funcionar este negocio flotante más tiempo que en Vigo. Claro que durante los dos años de actividad, su restaurante "99 nudos" se benefició del apogeo que vivía en esa época la capital del Turia con eventos tan espectaculares como un premio de Fórmula 1. Sin embargo, sus días en estas glamourosas aguas parecen contados.

Propiedad de un ciudadano alemán, a instancias de un acreedor barcelonés al que deben 800.00 euros por la instalación de equipos de cocina, la notaria valenciana de Juan Piquer promueve la subasta del Oceander por una puja mínima de 906.000 euros. Tasado en 1,2 millones, ahora incluso hay menos expectativas de que prospere su venta que en 2013, la primera vez que se intentó subastar. Como si un mal fario se adueñase de este barco, hasta el Consorcio Valencia 2007, titular de la marina donde flota, se apura a aclarar, a preguntas de este periódico, que "nada tenemos que ver con su situación". Solo confirman que "sigue ahí". Falta saber por cuánto tiempo.

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