El nuevo cheque social reunió en sus primeros días más de un millar de personas -300 durante la jornada de ayer- en la lonja del concello. Desde muy temprano, los solicitantes se agolpan en la ventanilla habilitada para recoger y rellenar los impresos, para lo que es preciso retirar un número antes de ser atendido. Las historias de la gente que busca mejorar su situación mediante esta ayuda son muy diversas, pero todas tienen un denominador común: la necesidad.

Muchos de las personas que pasan por esta ventanilla tienen hijos a su cargo, como es el caso de Marina Piñeiro o de Dolores Graña. "Tengo cinco hijos y hay que seguir adelante", explicaba ayer Piñeiro, que con 35 años lleva mucho tiempo esperando por un piso de protección oficial y espera que al menos le concedan esta ayuda. Por su parte, Graña, con 43 años, vive con una de sus seis hijos, que es una niña de cuatro años que se encuentra "muy enferma". "Estoy divorciada y soy pensionista, cobran 357 euros. Y ya tengo una hipoteca de 397 euros, ¿cómo voy a hacer?", lamentaba.

Una situación similar vive Belén Camacho. Con cuatro niños a su cargo y "sin cobrar nada desde hace seis meses", esta joven de 32 años vive pidiendo en la calle. Acudió al concello junto a dos de sus amigas, Jennifer Figueroa y Verónica Fernández.

Entre los solicitantes también están aquellos que ya se beneficiaron de otra ayuda en el pasado. Este es el caso de Antonia Escudero, una viguesa de 36 años que consiguió 2.700 euros en el pasado y que recuerda como una "bendición". "Vivo con mi marido y tres hijos. Debemos ya tres meses de alquiler y hay que calzar a los niños, darles de comer... Pelear con la vida", sentencia.

Pero no solo personas originariamente viguesas solicitan esta ayuda. Modou Ndella llegó de Senegal hace cuatro años y, en un perfecto español, opina que esta es una ayuda "extraordinaria" que la gente "necesita". "Trabajé en la construcción, de jardinero, de camarero... Ahora vivo solo y necesito esto para el piso y para poder comer", explicaba.

Una situación más difícil vive Assad. Este ghanés llegó en barco desde Costa de Marfil cuando era menor de edad y ahora vive en la calle. "Trabajé un tiempo en un desguace pero ya no tengo nada. Es la primera vez que solicito este cheque y espero tener suerte", rogaba.

Ehobchi El Kabira, por su parte, llegó desde Marruecos hace 10 años y a día de hoy solo cobra el Risga. "Me parece una muy buena ayuda. Yo tengo una hija y me hace falta", explicaba la mujer de 40 años.