"Servicio nocturno de gama alta. Una habitación rodante para disfrutar de las comodidades de un hotel, con todas las ventajas de un tren. Diseñado para llegar a las capitales de destino aprovechando la noche para dormir y despertando en el centro de la ciudad elegida a primera hora de la mañana".

El compromiso promocional de Renfe sobre el "trenhotel" Vigo-Barcelona no se cumplió ayer. Con estricta puntualidad, a las 17.55 horas del martes partía de la estación de Guixar con destino de Sants, adonde llegó con la tópica puntualidad de antaño, a las 11.39, casi tres horas después de lo previsto (a las 8.44). Una "avería en la maquinaria" fue el motivo del retraso, según contestó el personal de Renfe que atiende a bordo a uno de los pasajeros que lo preguntó, ya que la empresa no dio explicación alguna personalmente o por la megafonía o los paneles de los vagones. Fuentes oficiales de la compañía informaron luego a este periódico que el retraso se debió a una falta de tensión en la locomotora.

La parada imprevista, de unas dos horas y media, se produjo de madrugada "en un punto intermedio entre Burgos y Logroño", hasta la llegada de otra máquina. Fue una más de la larga lista de 23 estaciones que conforman el itinerario, aunque fuera de él se producen al menos otras tantas paradas. Viajar en tren de Vigo a Barcelona no es tarea para viajeros con prisas, porque la compañía no se compromete a llegar antes de 15 horas menos diez minutos (media hora menos en el servicio diurno), y en días como ayer los plazos aún se dilatan más.

Desde la nueva estación de Guixar, el convoy zigzaguea por Galicia y todo el norte peninsular, besando la frontera con Portugal, subiendo hasta Monforte de Lemos, doblando hacia Ponferrada y avanzando a eses por las comunidades de Castilla-León, Navarra, Aragón, Cataluña? Buscando a veces estaciones remotas, con velocidades que solo en sus tramos finales superan holgadamente los 100 kilómetros por hora y que activa el freno con frecuencia para por cuestiones logísticas como el enganche de vagones o el cambio de catenaria.

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"De lo poco que tiene de bueno es que me pilla cerca de casa y me deja en el centro de Barcelona, y así evito el taxi o el bus del aeropuerto", justifica David, que entra en Ponferrada y no tarda en encender la videoconsola al ponderar las horas que quedan por delante y que no podrá ver el partido de fútbol Barça-Milan porque no hay televisor en el compartimento de butacas "gran confort". "¿Para qué lo anuncian, entonces?", cuestiona otro pasajero en el desangelado vagón del bar.

"Apenas ya viene gente a comprar billetes de tren para trayectos de larga distancia. Sólo algunos que prefieren esquivar el avión o evitar sorpresas cuando hay huelgas convocadas," explican Lilian Rodríguez Malvido, de la agencia de viajes "Moaña". Y la realidad lo confirma, porque el tren de Vigo a Barcelona no va, ni mucho menos, colmado. "Es martes, ni te cases ni te embarques", bromea una pasajera". "Anteayer (domingo) sí llegamos a Vigo con bastantes pasajeros", argumenta uno de los acomodadores.

Un viajero parece tener problemas para volver a calzarse las botinas, por la hinchazón en los pies tras un largo período sentado. Eso sí, como a todos los demás, el personal de servicio le entregó un pack con una pequeña manta, unos tapones para los oídos y un antifaz para ayudar a conciliar el sueño, así como un botellín de agua. "Algo es algo", reconoce.

Pasadas las 11 y media de la mañana, casi 18 horas después de partir de Vigo-Guixar, por megafonía anuncian la proximidad de la estación de Barcelona-Sants

"Dieciocho horas al compás del chachachá del treeeeen", canturrea la única pasajera que parece haberse tomado con humor la interminable travesía.