El entorno vigués constituye una zona con gran cantidad de petroglifos, muchos de ellos recogidos en el libro del profesor Fábregas Valcarce "Os petróglifos e o seu contexto, un exemplo da Galicia meridional" que esta tarde presenta el Instituto de Estudios Vigueses. Los expertos hablan de más de trescientos y con unas características peculiares, pero entre ellos citan a tres que pueden ser considerados como los más interesantes, aunque se podrían incluir muchos más. Se trata de los conocidos como "Auga da Laxe" en la Serra do Galiñeiro, "Auga dos Cebros", en Tomiño y "Poza da Lagoa", en Redondela.

El área de Poza da Lagoa exhibe el mayor número y variedad de petroglifos de toda la zona, entre ellos una superficie con grabados de puñales y alabardas, además de sendos túmulos y una dispersión relativamente importante de artefactos en torno al humedal que le da nombre, entre los que se encuentra un gran molino y un raspador de cuarzo, así como cerámicas lisas o con aplicaciones.

El conjunto de Poza da Lagoa, que ha sido estudiado por Ramón Fábregas está integrado por varias superficies grabadas donde destacan las representaciones de armas que es lo que más interés ha despertado por parte de los investigadores.

Auga da Laxe

Auga da Laxe1 contiene las que están consideradas las representaciones de unas alabardas de la edad del bronce que figuran entre las de mayor tamaño entre las identificadas en toda Europa. Los otros grupos presentan también diferentes armas. Las representaciones alabardas fueron grabadas desde la segunda mitad del Bronce 1 hasta el comienzo del Bronce 2.

Se trata de una zona con presencia de mámoas y una gran cantidad de petroglifos, entre los que destacan los cuatro grupos de Auga da Laxe. Los especialistas consideran que las armas que aparecen representadas en los petroglifos gallegos son iguales que las británicas y bretonas y señalan que ya que la alabarda tiene su origen en la península, estas semejanzas podrían mostrar una relación entre los antiguos pueblos del occidente europeo.

Auga dos Cebros

En el Concello de Santa María de Oia y en la parroquia de Pedornes se localizan unos de los petroglifos más singulares de todo el complejo del arte rupestre prehistórico gallego, emplazados en el mismo lecho del Río de Vilar sobre una losa granítica inclinada.

El repertorio iconográfico está compuesto por las figuras de 17 ciervos grabados en bajorrelieve, y el diseño paradigmático de una embarcación de 160 cm. de eslora, casco curvo con proa y popa, mástil, cabos y posibles figuras de tripulantes, que se interpreta como de posible origen o influencia mediterránea.

El descubridor del petroglifo, Javier Costas Goberna, investigador y miembro del Instituto de Estudios Vigueses, considera que los de Pedornes "son los únicos petroglifos de barcos existentes en la fachada atlántica". Ante la ausencia de representaciones iconográficas o vestigios arqueológicos en el Atlántico de embarcaciones a vela antes de la romanización, el estudioso afirma que el hallazgo se corresponde con originales del Mediterráneo oriental.

Las riadas de noviembre de 2006, con el desbordamiento del río Vilar dejaron al descubierto un tercer barco grabado en piedra en el conjunto de petroglifos de Auga dos Cedros, datado en el segundo milenio antes de Cristo. La embarcación, al igual que las encontradas en 1992, presenta características similares a las naves micénicas ubicadas en museos griegos.

Caseríos, más que poblados

El profesor Fábregas Valcárce considera que las ocupaciones detectadas arqueológicamente en Poza da Lagoa y otros yacimientos del sur de Galicia se caracterizan por la carencia de estructuras monumentales, rasgo que define a la práctica totalidad de los espacios habitacionales del III-II milenio en el Noroeste, "que más podrían considerarse como una especie de caseríos que poblados en sentido estricto, integrados por unas pocas cabañas elaboradas con materiales perecederos y de las que apenas han llegado hasta nosotros fragmentos del revestimiento de barro, hogares o agujeros de poste".