A dos mil metros de altura el único tramo de arena que queda libre de espectadores en Samil se antoja una diminuta diana para los paracaidistas y las sonrisas del público resultan imperceptibles para los pilotos. Aun así, los centenares de miles de personas que ayer disfrutaron del octavo Festival Aéreo Internacional –460.000, según los cálculos del Concello– se esforzaron en hacer llegar su entusiasmo a los participantes con aplausos y saludos de viseras y sombreros. Habituales del certamen como los integrantes de la Patrulla Águila ya agradecían en días previos el calor del público vigués que desde ahora también forma parte del equipaje del Breitling Jeat Team o la estadounidense Melissa Pemberton.

El termómetro rozó los treinta grados y la Ría, buena anfitriona, lució su mejor estampa para acoger a sus alados invitados. A las ocho y media de la mañana, una hora antes del inicio del espectáculo, no quedaba un hueco libre en la playa. Las lanzaderas fletadas por Vitrasa llegaban atestadas de pasajeros desde primera hora, a igual que los autobuses procedentes de Portugal, y encontrar aparcamiento resultaba tarea imposible.

Los espectadores siguieron las seis horas que duró el festival desde las playas de Vigo y O Morrazo y también a bordo de los centenares de barcos fondeados en la zona.

El organizador de la cita, Pablo González, subrayó el aumento del número de participantes, de público, que el año pasado se cifró en 400.000 personas, y de su carácter internacional: "Vigo debe involucrarse y mimar todavía más el festival porque es el más conocido de España y un espejo fabuloso para la ciudad. La posiciona de forma diáfana".

Agradeció además la labor de los responsables y trabajadores del aeropuerto de Peinador, así como de todas las fuerzas de seguridad que ayer se desplegaron en Samil.

El alcalde llegó desde la Estación Marítima, donde la infanta amadrinaba la fragata Méndez Núñez, a tiempo para disfrutar con las acrobacias de la Patrulla Águila. Caballero saludó a los participantes y al público por megafonía y anunció "muchos años" de festival.

Tras ocho años de ediciones consecutivas, el público vigués ya se ha familiarizado con el argot del speaker que anima la cita. "Trepada bestial", "hachazo" o "vuelo a cuchillo" fueron algunas de las expresiones utilizadas para describir las acrobacias imposibles de los pilotos.

Los mayores aplausos se los llevaron los veteranos pilotos de los siete reactores del equipo Breitling, el único civil del mundo, que se estrenaron en el cielo vigués bailando a menos de tres metros de distancia, y la Patrulla Águila, que celebra su veinticinco aniversario y cerró la exhibición con sus impresionantes formaciones y la estela de la bandera española.

Boquiabierto dejó también al público el campeón de España y del Mundo Ramón Alonso, quien dibujó auténticas filigranas en el aire al ritmo de la música clásica y cortó la respiración a más de uno deteniendo su avión en pleno vuelo y dejándose caer para remontar de nuevo.

La joven estadounidense Melissa Pemberton debutó en el festival dirigiendo su aeronave "como los ángeles". "Hay que volver a Vigo", le dijo el speaker a la primera mujer piloto que participa en el certamen.

No fue la única presencia femenina. La paracaidista del Xtreme Flight tomó tierra en primer lugar sobre el arenal y la voluntaria Esther Vázquez, de Cruz Roja, se prestó un año más a remojarse en la Ría para ser rescatada por la tripulación del helicóptero Pesca 1, que realizó su programa de ejercicios coordinado con el avión CN235 de Salvamento Marítimo.

Desde la base aérea de Albacete llegó por primera vez a Vigo el atronador Mirage F1, un caza "muy querido y respetado" en el Ejército español, que, a pesar de ser un "pura sangre", realizó varias pasadas lentas frente a la playa para saludar al público.

Los cinco helicópteros EC120 Colibrí de la Patrulla Aspa echaron mano de música discotequera como banda sonora para sus cruces imposibles e incluso se oyó un redoble de tambor antes de su maniobra más arriesgada: la Quijote.

La Fuerza Aérea portuguesa también presumió de helicópteros acrobáticos que fueron aplaudidos por los numerosos espectadores llegados del país vecino. La lista de participantes la completaban más aeronaves del Ejército español, varios ultraligeros, la escuadrilla italiana Pioneer Team y la francesa REVA así como el imponente B-52 estadounidenque sobrevoló la Ría.