Y mientras tanto, los arcos detectores de metales llevan años sin funcionar. Más de cinco para ser exactos. Tras la instalación de estos equipos en 2002, sólo cumplieron su cometido unos meses. Y desde entonces, pese a las reiteradas demandas de jueces, procuradores y abogados, la Xunta no ha vuelto a activarlos. Tampoco ha dotado a los juzgados de los escaners que ha prometido una y otra vez.

Las últimas medidas adoptadas han sido la incorporación de los ocho policías nacionales y de los dos agentes de la Guardia Civil comprometidos por el Ministerio del Interior para vigilar los edificios de la calle Lalín. Desde hace unas semanas estos efectivos cuentan con espadas detectoras de metales, pero sólo sirven para controles aleatorios. Los arcos, uno de ellos estropeado, permitirían el control de todas las personas que entran día tras día en los juzgados.

La falta de seguridad ha sido una constante en los juzgados. En 2002 el robo de la llave de un servidor inutilizó todos los equipos informáticos. Y hubo falsos avisos de bomba y hasta cócteles molotov. La sucesión de robos de las últimas semanas tampoco es nueva. Los trabajadores lo saben. "Dejar aquí un bolso a la vista es un peligro", reconocen.

En otros juzgados, como Porriño, llegaron a robar el coche de una juez tras sustraerle las llaves en su despacho. El ladrón acabó estrellándose con él.