Abunda en la ciudad la arquitectura desaparecida. Desde lo más llamativo, como el edificio Rubira o la ermita de San Roque a los elementos como escalinatas, barandillas o un palco de la música.

En algunos casos y tras años en depósitos municipales, se logran recuperaciones parciales y reconstrucciones, como es el caso de la Pérgola o la antigua escalinata de la Plaza de Portugal, pero en otros muchos, los elementos han sido retirados sin que se haya vuelto a saber de ellos. Entre los más llamativos, la barandilla de As Avenidas que llegaba desde el Náutico hasta el muelle del Comercio. Fue retirada a raíz de la construcción del puerto deportivo y el reacondicionamiento de la zona, dentro del proyecto "Abrir Vigo al Mar" y su primer destino fueron los almacenes portuarios.

También la verja que cerraba la alameda, retirada en los años veinte del pasado siglo. De ella se sabe, según relata Martín Curty en su "Historia de la Alameda" , que un ciudadano, "enterado de que el Excmo Ayuntamiento tiene guardados en sus almacenes los trozos de verja que pertenecieron a la alameda", solicitaba "diez metros de dicha verja, a ocho pesetas metro...".

De la alameda también fue retirado el palco de la música. Cuenta Jaime Garrido en "Vigo, la ciudad que se perdió" que los vigueses nostálgicos pueden ver uno parecido en Tui.

Muchos ciudadanos añoran, por ejemplo, la fuente luminosa que donó Cesáreo González para la plaza de España. La maquinaria, de Oriol Buhigas, fue vendida para chatarra.