Javier Sánchez de Dios / santiago

Discreto y prudente, ha producido un cambio no sólo generacional en el primer sindicato de Galicia, sino que lo ha hecho sin estridencias, con cautela, consciente de que además había sustituido a un referente histórico del movimiento obrero en este país, como es Xesús Mosquera. Y cumplidos sus primeros cien días, el cambio se va notando: ya dice el refrán que cada maestrillo tiene su librillo.

- Ha relevado a un líder histórico como Suso Mosquera. ¿Cómo se puede lograr?

- Pues con constancia y con responsabilidad. Es difícil. Suso es un referente, es el que hizo la UGT de Galicia junto con otros compañeros, quien lideró el proceso de creación de UGT como primera fuerza sindical gallega. Es un reto para mí, pero lo afrontamos desde el conjunto de la comisión ejecutiva, con espíritu de equipo.

- ¿Qué UGT quiere usted, qué sindicalismo pretende?

- Queremos un sindicalismo, una UGT, fuerte. Y la verdad es que nuestra organización goza de muy buena salud, no heredo una mala situación. Lo que creemos es que hay que llegar más aún a los trabajadores. Con un tejido empresarial tan pequeño como el gallego y unas tasas de precariedad tan grandes, cuesta mucho llegar a todas las empresas, al conjunto de los trabajadores. Y tenemos dificultades serias, porque todavía hay miedo a entrar en un sindicato, hay trabajadores que siguen viéndolo como un riesgo de perder su puesto de trabajo porque están vinculados a la empresa con contratos temporales. Es momento de que, de una vez por todas, llegue la democracia de verdad a los trabajadores, que puedan decir que están afiliados a un sindicato sin que eso conlleve un peligro de despido.

- ¿Quién tiene la culpa de que la situación sea así?

- Nuestra propia historia. Llegamos tarde a la democracia, la transición se hizo bien pero aún no está acabada en el terreno socio laboral. Se acabará en el momento en que cualquier trabajador o trabajadora vea que presentarse en una lista sindical implica protección, no peligro.

- La vieja pregunta sigue siendo válida: ¿sindicalismo de movilización o de gestión? ¿Qué le espera a este país?

-Yo estoy ahora mismo preocupado por lo que se está viendo en la mesa de la reforma del mercado de trabajo a nivel de Estado. El objetivo era dignificar y garantizar el empleo, pero ahora nos encontramos con una propuesta de la patronal que se escapa absolutamente de todo eso. Se pretende rebajar el coste del despido, la temporalidad, no se quiere hablar de la regulación de subcontrataciones para evitar la siniestralidad... Es preocupante.