La fiscal especializada en delitos contra el medio ambiente, Carmen Eiró, no tiene dudas de que Manuel R.V. es el autor de cuatro incendios forestales registrados el pasado verano en el pueblo de As Seixadas, A Seara (Cartelle). Los 4 se iniciaron durante la noche y fueron sofocados con rapidez, por lo que no pasaron de conatos (suman 0,38 hectáreas). El acusado, por su parte, sólo admitió uno de ellos, pero precisando que se debió a una imprudencia, una colilla que tiró cerca de la carretera sin darse cuenta de que no estaba bien apagada.

La Audiencia Provincial celebró ayer el juicio contra este hombre, acusado de un delito continuado de incendio forestal por el que la fiscal solicitó una pena de cinco años y medio de prisión y 3.780 euros de multa, además del abono de los gastos provocados por la extinción de los cuatro siniestros, que ascienden a 1.061 euros. La defensa negó la existencia de un delito continuado ciñendo la relación de su cliente con los fuegos que se le atribuyen a la imprudencia de la colilla en uno de ellos, motivo por el cual solicitó la libre absolución. En caso de condena, el letrado pidió que se le aplique una pena inferior a un año de prisión al tratarse de un único fuego originado por una actitud imprudente. Señala que contra su cliente solo hay "pruebas circunstanciales".

En su comparecencia ante el tribunal de la Audiencia Provincial, Manuel R.V. sólo contestó a las preguntas de su letrado. Admitió que su mano estuvo tras el cuarto incendio, pero que no fue intencionado. Dijo que estaba fumando un cigarro y que tiró la colilla. La combustión provocó un fuego que fue apagado al momento por miembros de los servicios de extinción de la Xunta. Ardieron 0,01 hectáreas, 100 metros cuadrados de superficie rasa. Eran las 23.55 horas del 29 de septiembre de 2016 y si los medios acudieron tan pronto a sofocar las llamas es porque ya estaban allí, muy pendientes de todo cuanto hacía el acusado.

Así lo explicó un agente forestal que declaró en el juicio como testigo. El pueblo de As Seixadas había registrado ese verano una elevada actividad incendiaria y las sospechas se cernían sobre Manuel. Los vecinos de la localidad, aseguró la fiscal, vivían "atemorizados" y había indicios que apuntaban al acusado, de hecho, indicó que la actividad incendiaria cesó durante una temporada en la que el hombre estuvo ausente.

Por eso le seguían de cerca y esa noche el agente forestal pudo ver como prendía fuego con un mechero. Relató que previamente vio al acusado fumar un cigarro en el balcón de su vivienda y tirar la colilla. Después salió de la casa y el testigo pudo ver como se agachaba en el borde de la carretera y encendía el mechero: "Le vi la cara con la luz de la llama".

El agente forestal también testificó que el acusado le reconoció en ese momento que había provocado otros tres fuegos, pero sin poder dar razón de por qué lo hacía. Tampoco la fiscal, al término de la vista, pudo determinar la motivación del presunto incendiario, una cuestión que ha quedado en el aire. Otros dos efectivos de la lucha contra el fuego que intervinieron aquella noche en este incendio declararon que el acusado había reconocido ser autor de los otros tres incendios, sobre los que aportó datos de su localización que, contrastados con los datos registrados por la Consellería de Medio Rural resultaron ser los del 30 de junio, 1 de julio y 23 de septiembre.