Un desacuerdo político y no una enmienda a su liderazgo. Así definió ayer el portavoz de En Marea, Luís Villares, el posicionamiento del histórico Xosé Manuel Beiras del lado de los críticos con el rumbo del partido, mostrando públicamente su apoyo a la tesis política que rechaza cualquier moderación del discurso, un dardo implícito al exmagistrado, antes del plenario de la formación rupturista del sábado. "Sí, absolutamente en el tema personal. Es una cuestión estrictamente política", respondió Villares a la pregunta de si se sentía "respaldado" por el histórico dirigente, que se cuidó de no avalar el documento de los críticos que propone un sistema de tres portavoces sin poder, lo que constituye una impugnación del rol del que fue candidato a la Xunta en septiembre. "Hablé con Beiras, pero no hubo ningún cambio de postura porque se refiere a una cuestión estrictamente personal", insistió.

El galimatías de nombres, organizaciones, relaciones y choques personales y documentos políticos de En Marea no oculta que el plenario del sábado supondrá un asalto a la coordinadora encabezada por Villares por parte de los antiguos aliados internos de este, entre los que destacan Marea Atlántica, la dirección de Anova y parte de Podemos Galicia -no la dirección morada en la comunidad, ajena al proceso de En Marea-.

Beiras siempre defendió el papel de referente de Villares, a pesar de que ambos asumieron el veto de los ahora críticos para compartir candidatura interna en las primarias. El exjuez, cansado de los ataques a su papel, logró mayoría en la dirección y la portavocía gracias a los grupos minoritarios, lo que lo enfrentó a sus otrora aliados.

Villares rebajó el gesto de Beiras tomando partido por el sector crítico. "Muchas cuestiones no deberían ser formuladas como una enmienda a la totalidad, sino como un complemento a la tesis política enunciada por el Consello [das Mareas]", expuso sobre la propuesta de "Recuperar En Marea" -los críticos- contra cualquier atisbo de "aggiornamiento" en su dirección, una alusión a lo que sus detractores entienden como moderación del discurso para asimilarse al resto de fuerzas. Uno de los lemas usados para captar apoyos antes de la asamblea del sábado evidencia su disenso: "No habrá mayor derrota que convertirnos en aquello que impugnamos".

Villares apeló a respetar la voluntad de las bases el sábado -que en su momento pidieron anular el veto a su portavocía, aunque luego secundaron la candidatura interna que lo defendía-, dio por sentada la radicalidad de En Marea en su cuestionamiento del régimen político -"solo puede entenderse como un sujeto en rebeldía permanente que no se somete a la normalización política", sostuvo- y puso en valor la discusión. "Hay partidos que no tienen debate político interno y no tienen que hacer plenarios, nosotros, sí", aseguró antes de dar un tirón de orejas a los diputados de En Marea en el Congreso, reacios a participar en la asamblea para dar cuentas de su trabajo alegando falta de tiempo. "Es una cuestión de voluntad política", advirtió el portavoz.