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Comer es un 14% más caro que en 2005

- El precio medio del kilo de comida es de 2,38 euros - La mayor subida la registra el aceite - Plátanos y cereales, los únicos más baratos

El importe que nos espera en la caja registradora es un factor con decisiva influencia en la decisión sobre los sabores y empaques que nos llevamos a la alacena. Sobre todo, si hay que vaciar cada vez más la cartera sin que los salarios hagan crecer la cuenta bancaria con la misma cadencia.

La comparativa entre el precio medio por kilo entre un extremo y otro de la última década muestra un incremento porcentual del 14% en el coste de la práctica totalidad de los alimentos de consumo más habitual. Entre ellos, la variación más significativa la protagoniza el aceite. Los 2,55 euros que, de media, costaba en 2015 una botella de litro suponen una subida del 174% respecto al precio lucido en su etiquetaje una década atrás.

Segundos en el podio se sitúan los huevos y las patatas, para los que hay que dedicar un 36% de presupuesto más si se quiere adquirir la bolsa de un kilo. Mie ntras, la compra de cuatro barras de pan resulta un 30% más caro que en 2005.

El resto de la lista de los imprescindibles la completan los pescados y la leche, cuyo precio aumenta un 17%; las hortalizas,con una subida del 16% y las carnes, en las que el incremento es del 11%. Además, para comprar un kilo de fruta fresca hace falta un 13% más de inversión.

Ante estas alzas, la reacción más habitual es el recorte en el consumo, como sucede con el azúcar, el arroz, las pastas o los moluscos y crustáceos, cuya compra se reduce la mitad de lo que aumentó su precio (un 12%). En otras ocasiones, sin embargo, la caída en la adquisición de un producto implica el incremento en la de otro de la misma rama alimentaria que es más afable con la cartera. Por ejemplo, mientras que el encarecimiento de la carne de vacuno y cerdo se tradujo en una reducción en su consumo, el pollo y los fiambres aumentaron sustanticialmente su presencia en las neveras gallegas. Aunque su precio es también más elevado que hace una década -entre un 20 y 30% más, respectivamente- el coste medio del kilo de estos productos es el más asequible de entre los que se pueden encontrar en las carnicerías.

Lo mismo sucede si echamos una ojo a la lonja. La merluza, los mariscos y el pulpo, los frutos del mar que en mayores cantidades se ingestan en la comunidad, descienden su presencia en las cocinas gallegas. Por el contrario, las conservas de atún, un 50% más caras, y el salmón, cuyo preció aumentó un 35% hasta alcanzar los 9 euros/kilo, ganan terreno.

Ambos casos ejemplifican la imposibilidad de establecer una relación directa y categórica entre el precio de un producto y su nivel de consumo: son muchos los que vieron aumentar su presencia en los menús al tiempo que su adquisición resulta más cara. Derivados lácteos como el queso y el yogur, las legumbres o las galletas, lo demuestran.

Entre las bebidas alcohólicas, los vinos y sus derivados son más del doble de caros que hace una década mientras que las cervezas aumentan su costo un 21%.

Los únicos productos cuyo precio descendie respecto del que tenían diez años atrás son los cereales envasados (-10,4%) y los plátanos (-2,6%).

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