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Defiende disociar la sustancia de la idea de "éxito social"

Los alcaldes reclaman más educación y concienciación para frenar las borracheras infantiles

El presidente de la Fegamp cuestiona que baste con más policías o multas

Limpieza tras el botellón de peñas en Pontevedra. // Gustavo Santos

A grandes males, grandes remedios. Grandes, que no sencillos, sino lo contrario, advierte el presidente de la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp), Alfredo García. Por eso considera que para solucionar el problema del abuso de alcohol en menores, que incluye casos de borracheras en niños con final trágico, no basta con hacer unos retoques a la ley. De hecho, ni siquiera basta con la ley. Así lo ve este alcalde ourensano, quien sostiene que "el problema es de mucho mayor calado como para poder resolverlo con un decreto o con una ley o con un acuerdo". Se trata, diagnostica, de un "problema social" y "de valores" y en esa ecuación "hay que insistir en el mundo de la educación" y recordarles a las familias sus "responsabilidades y obligaciones". A su juicio, las dificultades vienen de que "solo se ha empezado por la ley y no se trabaja en serio a nivel social en lo otro", la educación y la concienciación.

Así, pese a que la Consellería de Sanidade trasladó su disposición a "mejorar" la "ley antibotellón" visto que por ejemplo la Valedora cuestionó su efectividad, y aunque el regidor defiende que se cuente con los concellos y "opinar al respecto", insiste en la idea: "Podemos hacer muchas leyes, pero si no vamos al fondo de la cuestión..." Y a su juicio el "fondo de la cuestión es que parece que es como un éxito social beber" y que el alcohol está "bien visto". La solución, advierte, es "muy larga y muy difícil" y en ella la educación tiene su rol, aunque ya se están haciendo cosas, y los progenitores el suyo. "Estamos hablando de niños y niñas de 12, 13, 14 años que a las dos de la mañana andan por la calle. Habrá que hablar de si eso está bien o mal", alega. Los padres, incide, "tenemos que poder soportar esa presión de los hijos".

Enseguida aclara que eso no significa que como alcalde eche "balones fuera": "No estoy diciendo que los ayuntamientos no tengamos responsabilidades o que cumplir con nuestra obligación". Es más, según la norma actual los concellos deben hacer cumplir la ley y sancionar las infracciones leves y graves hasta el grado medio, lo que incluye multar a los menores que beben o la venta a menores, la mayor parte de los casos. "Los ayuntamientos podemos multar en la medida que podamos o se pueden endurecer las normas o las sanciones pero, ¿eso va a ser la solución? Tengo mis dudas", cuestiona.

"Pongamos que una ciudad tiene dos o tres patrullas de policía. ¿Cuántos botellones se pueden hacer? Y si la policía llega a un botellón con 500 personas bebiendo, ¿qué hace? ¿Los multa a todos?", se pregunta García, quien, además de considerar "difícil" hacer cumplir la ley con los medios que tienen los ayuntamientos, no cree que sea "un problema de más policías" ni que elevar las multas resulte "disuasorio" en todos los casos.

"Probablemente siempre se puede hacer más de lo que se hace", reconoce, y añade: "Creo que este fenómeno se nos ha ido de la mano a todos, por todos los argumentos que di, y a partir de ahí la solución es muy compleja". En su opinión, el tema requiere un "debate profundo y de carácter social". En su opinión, "solo con medidas coercitivas va a ser difícil, si no imposible, resolverlo", advierte. "Mientras los chicos piensen que emborracharse el fin de semana es guay esto no tendrá solución", proclama.

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