-Con lo de los países del norte daba alguna idea de por dónde debería ir el mercado laboral.

-Para mí el modelo es la flexiseguridad, los países de norte, con poco paro, salarios altos y trabajadores protegidos a los que no se deja en la cuneta. En el libro no defiendo este modelo porque considero que puede haber otros. Lo que sí digo es que hay que estudiarlos. No podemos seguir dando tumbos, sin debatir, sin ver los efectos perversos de determinadas medidas. Hay razones de procedimiento, de elaboración de normas, ante las que es un error pensar que si cambiamos a los políticos, lo resolvemos.

-Con lo que les cuesta formar un gobierno, no parece fácil, ¿no?

-Un Parlamento algo más fragmentado puede crear problemas de formación de gobierno, pero puede favorecer un mejor funcionamiento de la institución. A lo mejor es una ingenuidad por mi parte, pero es una ocasión.

-En el libro habla del populismo, aunque con otro concepto.

-Yo tengo un concepto relativamente poco extenso. Populista es el gobierno que promete soluciones fáciles a problemas complejos y además sin sacrificios para la gente.

-Dice que es algo en lo que incurrieron todos.

-No estoy de acuerdo en que aquí solo hacen populismo unos partidos de izquierda y no sé qué. Pongo ejemplo. Como el populismo del PP cuando hizo mesas petitorias para bajar el IVA cuando lo subió Zapatero, como si fuera un partido de indignados. Luego, en junio de 2012, llega Rajoy al Congreso y dice que hay que hacerlo dos veces más. O cuando dijo que no iba a aportar dinero en las entidades financieras e inyectó 40.000 millones. Aunque eso sea lo correcto porque la liquidación de bancos es costosísimo, es normal que la gente diga que se le engañó.