Cuando se pronunció en la sala la palabra "culpables", el silencio previo continuó, sin que se escuchara llanto ni ningún tipo de señal auditiva a modo de desesperación, tristeza o rabia, como puede acontecer en casos similares.

En presencia del jurado, los letrados, el presidente del tribunal y numeroso público interesado en conocer en tiempo real el resultado del veredicto del jurado tras varios días de espera, la imagen de la sala en los juzgados de Fontiñas era similar a la de una sesión normal de juicio, como se percibe en la foto principal. Porto y Basterra, ocupando sus respectivos lugares de anteriores días, habían llegado a los juzgados a primera hora de la mañana para la lectura del veredicto. No demostraron demasiada emoción al conocer la decisión final. Es como si se esperaran, desde hace tiempo, la postura que finalmente, ayer, escucharon.

Porto se mostró más neutral e impasible de lo habitual durante las jornadas del juicio, en las que el público pudo ver una Rosario débil y llorosa. Pero ante el pronunciamiento final del jurado dio la impresión de fría, moviendo las piernas en ocasiones, pero no se desplomó ni lloró. Esa fue la impresión general, teniendo en cuenta que se trata de un momento de máxima tensión en el que no todas las personas reaccionan igual. Basterra, no obstante, parecía abatido, más de lo habitual. Durante el juicio estuvo serio, indignado, incluso altivo. Ayer negó varias veces con la cabeza al escuchar el veredicto y, en especial, cuando el jurado popular no descartó su presencia en el chalé Teo, lugar del crimen, la tarde de los hechos.