Terminados los discursos, y mientras Rajoy se prodigaba entre los suyos y no abandonaba Soutomaior hasta atender la última petición de autógrafo, beso y foto de la militancia del PP, cargos y dirigentes desbrozaban las opciones de futuro del partido, en un escenario electoral complicado en el que los sondeos pronostican que las mayorías absolutas pueden ser utopía. Los pactos parecen imponerse, pero en el PP la bicha no se menta. Y la opción de Ciudadanos, por el momento no existe ni se le contempla en público. Eso sí, pocos defienden con convicción cuando se les insiste que la mayoría absoluta está a tiro de piedra para el PP. "Estamos mejor que tras las municipales", contesta uno. "Con la recuperación económica y el miedo que inoculemos sobre el PSOE podemos subir", replica otro. "Tenemos que hacer como Cameron", apunta el más optimista, que recuerda como el temor a la alternativa de un Gobierno esclavo del nacionalismo escocés, llevó a los británicos a votar masivamente al Partido Conservador de David Cameron en las últimas elecciones generales, aunque las encuestas hasta el último minuto, le daban causi por perdedor.

El ambiente festivo al que invitaba el buen tiempo y la jornada dominguera no disimulaba los cambios habidos desde la pasada edición de Soutomaior, y es que en la primera fila ya no se sentaban los flamantes alcaldes de A Coruña, Santiago y Ferrol y el presidente de la Diputación de Pontevedra. Sí los portavoces del PP en las cuatro instituciones. Un claro reflejo del trago amargo que se llevaron los populares en mayo, pese a ser los más votados en las municipales, un trago amargo que quieren evitar en las generales, pero en las filas populares no reina el entusiasmo. No se palpa en el ambiente la energía que inyecta el saberse ganador. Impera la prudencia, el temor, la decepción y el escepticismo, Por ello, Rajoy salió a arengar a los suyos y les dijo que "hay tiempo de juego y vamos a marcar unos cuantos goles".