Ésta está siendo una semana especialmente movida en el departamento de Recursos Humanos de Novagalicia. Tras la intensa reestructuración de plantilla aplicada desde el alumbramiento de la caja única y el análisis de capacidades impulsado por el grupo Etcheverría Banesco con la adjudicación de la entidad en diciembre, ahora toca el lanzamiento del organigrama con el que la entidad afronta la etapa de la privatización. A la salida de cinco de los directores generales desde el desembarco del nuevo dueño se unen en las últimas horas los ceses de varios altos cargos intermedios, con responsabilidades que o bien ocuparán otros o directamente su área desaparece. Porque el diseño de la cúpula va de la mano de un ajuste de departamentos, que previsiblemente hoy verá la luz y completará el avance de la división territorial conocida el pasado fin de semana.

En esa cúpula que asumirá las riendas ya no estará Idoia Maguregui, directora de Medios, ex alto cargo de Bankinter que entró en NCG con los cambios introducidos por el anterior presidente, José María Castellano. La suya es la quinta baja en la parte más alta del cuadro de mando, después de las de Domingo González Mera, que llevaba Riesgos -su puesto se cubrió con José Luis Vázquez, que tenía esa misma tarea en el Etcheverría-; Juan Díaz Arnau, encargado de la dirección general de NCG, uno de los puestos extinguidos; Fernando Vázquez, ligado a la supervisión de la cartera de participadas y el otro fichaje de Castellano y el que era su consejero delegado, César González-Bueno; y Francisco Zamorano, director del banco malo interno, UGAS, que también desaparece de la estructura de la entidad para gestionar sus activos directamente desde diferentes áreas para sacarles más rendimiento.

Los ceses entre los directivos intermedios se han ido repitiendo en las últimas horas. El de Paz Comesaña, en el área de Marketing; Rubén Martínez Nieto, en Negocios Especializados y Canales; y Manuel Vázquez Sola, en Comunicación. Varias fuentes apuntan a la marcha de más responsables UGAS y la división inmobiliaria, entre otros departamentos.

Por obligación de replegarse a los orígenes, las direcciones territoriales, centradas en Galicia, Asturias y León -y una octava para lo que queda de negocio fuera-, se duplican. Un intento claro de recuperar cuota de mercado perdida por la inestabilidad de la nacionalización. Es la parte más apegada a la labor comercial de una pirámide que encabeza Francisco Botas como director general y futuro consejero delegado.