Por varias razones, especialmente su apuesta en firme por crecer con fuerza en la comunidad y la experiencia acumulada en la profunda reforma financiera, el Sabadell figuraba a la cabeza de las quinielas desde que el FROB esbozó su intención de subastar el Banco Gallego, nacionalizado el pasado marzo. Y no hubo sorpresas. A falta de los "últimos flecos" para cerrar la operación, el organismo capitaneado por el supervisor español y el Ministerio de Economía avanzó ya ayer, con un comunicado oficial, que la oferta del grupo catalán es la "más adecuada" y que la negociación para adjudicarle la hasta ahora participada de Novagalicia es "previsible" e "inminente". Tanto que podría llegar hoy mismo, según fuentes conocedoras de las conversaciones, que se centran en el volumen total de activos que se traspasarían, su calidad y la solución para los 200 millones de euros en preferentes repartidas en inversores institucionales acumuladas por la entidad presidida por Juan Manuel Urgoiti.

Esos son los escollos pendientes de solucionar. En los que se trabajaba a contrarreloj para la venta definitiva, "siempre condicionada al cumplimiento de los requisitos legalmente previstos y a la obtención de las autorizaciones de las autoridades competentes nacionales e internacionales", como destaca el FROB y el propio Sabadell en el hecho relevante enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Ninguna de las dos partes entra en los detalles. Ni tampoco de las cifras que hay sobre la mesa. Pero lo cierto es que los 200 millones de euros de los híbridos de capital orientan el montante de la compra y son una de las claves en la elección del Sabadell. De ahí que el FROB se refiera a ella como "la oferta más adecuada".

Primero, porque los inversores afectados recibirían seguramente a cambio acciones de la entidad que lidera José Oliu, que ya se enfrentó a una situación igual de delicada con la absorción de la CAM. En aquel caso, el Sabadell ofreció a los tenedores un 70% del valor de las preferentes en acciones propias y un cupón al 6% anual que permitía recuperar el nominal al completo en cuatro años. El rally alcista en la cotización del banco permitió incluso el logro del 100% antes.

De otro lado, la propia condición de empresa española. Los inversores recibirían pues capital de una sociedad que está en un mercado más cercano que el de Portugal, de donde es otra de las entidades pujantes, el BES, o la incógnita de qué salida habría si el ganador fuera el tercero en lidia, el venezolano Banesco, que acaba de entrar en el mercado gallego con la compra de la mayoría del Etcheverría.

El otro punto a concretar es el llamado perímetro de activos que finalmente incluiría el traspaso del Banco Gallego. En definitiva, cuánto crédito y de qué tipo. La segregación de la entidad con sede en Santiago a la Sareb alcanzó los 1.025 millones de euros. Al igual que en el resto de nacionalizadas, la liberalización del lastre inmobiliario dejó fuera las viviendas de menos de 100.000 euros y los préstamos a promotores inferiores a 250.000 euros. Sin tocar tampoco la inversión acumulada en empresas. En el mercado recuerdan que no es lo mismo que el Sabadell deba asumir toda la carga del ladrillo que queda en el balance del Gallego o préstamos a compañías de otros sectores, con su correspondiente morosidad. Ésta será, y lo confirma el FROB, la primera subasta sin Esquema de Protección de Activos, sin que el propio organismo o el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) afronte pérdidas futuras. Por lo que el precio tendrá que reflejar los riesgos que conlleva la operación.

El crédito a la clientela que mantiene el Gallego ascendió al cierre del pasado año a 2.088 millones de euros, con un activo total de 4.264 millones. Los más de 443 millones dedicado a limpiar los impagos desplomaron el resultado de la entidad. Casi 386,5 millones de pérdidas, y un agujero patrimonial de 134 millones.

Su principal atractivo es la implantación en un mercado autonómico al que todo el sector mira con apetito -y que duplicará el negocio del Sabadell aquí- ante la tradicional baja morosidad del cliente y su tendencia al ahorro. A lo que se suma en estos momentos la encrucijada en la que se encuentra la entidad hasta ahora de referencia NCG, y la debilidad de otra de peso, Bankia. El Gallego cuenta, según los últimos datos públicos que constan en la patronal bancaria, con 30 oficinas en Pontevedra, 57 más en A Coruña, 16 en Lugo y 14 en Ourense. Son 117, por tanto, en Galicia. Junto con una importante presencia, con 29 sucursales, en Madrid, donde están además parte de los servicios centrales, y con una red, mucho más discreta, que llega también a Comunidad Valenciana, Cataluña, Asturias, País Vasco, Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Murcia, Aragón, Baleares, Cantabria, Navarra y La Rioja. La plantilla sumaba 768 trabajadores a finales de 2011, cuando se firmó con los sindicatos un ERE para prejubilar a casi un centenar de personas.