Muchos son emigrantes reincidentes. Una vez, en los viejos tiempos, antes de la crisis, se marcharon a España con un peto creyendo que saldrían adelante. No fue así y desempolvaron las maletas. También fue ese el caso de Francisco Nogueiras, que consiguió que una muestra del talante emprendedor de Xinzo de Limia sacase adelante una empresa de limpieza en la ciudad suiza de Zúrich.

Como reconoce él mismo u otros gallegos asentados allí, como el sindicalista Xosé Abelenda, empiezan a ser muchos los compatriotas que llegan desde los confines del fin de la tierra para buscar trabajo. Y en lugar de recurrir a consulados o embajadas, o a los servicios de empleo oficiales, confían en los gallegos que les precedieron.

Abelenda cree que con la excepción de ONG o de la labor asistencial de entidades como la Misión Católica de Zurich, la "mayor parte de la ayuda que reciben los emigrantes que se buscan la vida en Suiza procede de familiares o conocidos, que les acogen, que les dan un lugar para dormir". Las Casas de Galicia se han convertido, en los lugares en los que todavía existen, en un "bar" en el que no se ofrece ningún tipo de ayuda.

Pero quedan personas como Nogueiras, uno de esos integrantes de una red de solidaridad no institucional que cubre las espaldas de los recién llegados. No pasa un día, dice, sin que reciba peticiones de entre seis y ocho gallegos que buscan trabajo.

"En nuestra generación hemos luchado como jabatos para evitar que nuestros hijos emigren y ahora estamos viendo cómo hacen las maletas", lamenta. Por eso, ayuda a los que pasan por ese trance. Desde el inicio de la crisis, han desfilado una veintena de gallegos por su empresa. Ahora tiene en plantilla a 14: la mitad de sus empleados.

"Vienen a pedirme consejo o trabajo", comenta. Si puede, explica, les da trabajo y comida, pero para eso tienen que servir. "Aquí la sociedad es muy competitiva y hay que estar a la altura del país", señala, y añade que en otros casos los remite a otras empresas, porque los gallegos siempre han tenido fama de ser trabajadores de "confianza". "Pero a los que me preguntan antes siempre les recomiendo que no salgan de Galicia sin un contrato de trabajo. para que no acaben durmiendo en un coche", argumenta. "Aquí no se puede sobrevivir sin trabajo".