El ministro de Defensa, Pedro Morenés, anunciaba en la celebración de la Pascua Militar de 2010 recortes en los tres Ejércitos debido a la crisis. En Galicia esa austeridad presupuestaria y la contención del gasto se han traducido en una caída en picado de las plazas convocadas para el cuerpo militar durante los últimos cinco años. Si en 2007 el Gobierno central sacó 1.197 vacantes para los centros de reclutamiento de A Coruña y Pontevedra, -y también para el mando de acción marítima de Ferrol- en 2011 solo se ofertaron 261 puestos, lo que supone una caída de casi el 80%. El año pasado no se convocó ni una sola plaza en la comunidad y según el delegado en Galicia de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), Carlos Vidal, este año se espera que la situación se repita.

Solo se cubren algunos puestos técnicos -señala- con reservistas voluntarios que no son cargos "propios" del Ejército. Los recortes varían según el mando militar del que se trate y en el cuerpo de Tierra la bajada en los últimos años ha sido de un 72% al pasar de 577 a 164, mientras que en el de acción marítima la reducción supone un 80% menos de plazas pasando de las 618 de 2007 a las 97 de 2011. En el mando de aire la situación es diferente y salvo la convocatoria de una vacante hace seis años y otras tres en el ejercicio siguiente, desde entonces no han salido más puestos.

La propia cúpula militar atribuye el descenso a las necesidades de la plantilla en cada momento y desde la AUME creen que la única causa de "un recorte detrás de otro" es el objetivo que se han marcado las Fuerzas Armadas (FSA) de contención de gasto hasta el punto -dice Vidal- que no se están cubriendo las bajas y apenas hay reposiciones por ascensos.

El recorte progresivo de la oferta también ha provocado un cambio de tendencia entre los aspirantes a entrar en la Armada. La vida militar siempre ha despertado interés entre la juventud por la seguridad laboral que garantiza, pero la escasez de posibilidades de entrar en el cuerpo y lograr una estabilidad ha dado lugar a una bajada del número de solicitudes de ingresos. Entre 2008 y 2011 las peticiones recibidas en las oficinas de reclutamiento del Ministerio para competir por un puesto han pasado de 3.034 a 1.838, lo que supone un 40% menos que antes de que comenzara la crisis. El año con menos interesados en alistarse en el Ejército fue 2010, aunque también fue un periodo atípico ya que solo podían optar a 21 plazas.

Carlos Vidal justifica la falta de oferta respecto a otras comunidades debido a que las unidades de Galicia están "estabilizadas" y casi toda la plantilla está formada por gallegos. En otros centros españoles, por el contrario, hay menos miembros de la propia comunidad y se surten de personal de otras autonomías, lo que permite que haya más "movilidad".

Desde la asociación profesional de los integrantes de la FSA denuncian la caída de la inversión en la modernización del Ejército al mismo tiempo que se recorta en personal. "En los últimos años ni entra gente nueva ni se renueva material y si no hay un esfuerzo en esta dirección los que se quedan tienen que asumir más carga de trabajo a costa de sacrificar su calidad de vida", asegura Vidal. Apunta además que si el Ejecutivo central continua con sus ajustes pronto empezarán a surgir los primeros problemas y será inviable continuar con la actividad militar sin reforzar la plantilla.

Temporalidad

Fuentes de AUME denuncian la "temporalidad" a la que se ha sometido a los miembros del Ejército desde el inicio de la crisis y que es contraria al modelo basado en la estabilidad y la proyección de la carrera militar hasta la jubilación. Las tropas gallegas, en concreto miembros de la Fuerza Logística Operativa de A Coruña, se encuentran en este momento en Afganistán y Líbano. Galicia también está implicada en el control de la piratería con la presencia de varias fragatas en Somalia.

Desde que se completó la profesionalización de las Fuerzas Armadas hace seis años, las necesidades de efectivos no se han vuelto a disparar y el criterio de Defensa de "sacar lo justo para cubrir las necesidades" provocó en 2009 un endurecimiento de los requisitos de ingreso. Con anterioridad a esa fecha no se requerían unos estudios mínimos para entrar en el Ejército y a partir de entonces se les pidió a los aspirantes que contasen por lo menos con la enseñanza obligatoria.

En cuanto a la presencia de la mujer, la crisis ha estancado el porcentaje femenino en las FSA. "Partíamos de cero y hoy en día suponen un 10% pero la cifra se ha quedado ahí porque las mujeres cada vez barajan más las dificultades para la conciliación familiar y laboral en el Ejército", afirma el responsable de la Asociación Unificada de Militares Españoles.