Mañana se cumplen dos meses de la denuncia del robo del Códice Calixtino, una de las joyas del patrimonio histórico-cultural de Galicia y de la tradición cristiana, en la Catedral de Santiago y los investigadores continúan intentando encontrar una brecha en el muro que lleva a mantener abiertas cuatro hipótesis sobre la desaparición del valioso manuscrito del siglo XII: la acción de un trabajador no eclesiástico vinculado al propio archivo o a las obras de rehabilitación que se acometían en el interior de la catedral ; rencillas entre la curia, un peregrino con "suerte", o un robo por encargo.

La Policía registra a diario la catedral por si surge una devolución voluntaria y anónima, y es que cobra fuerza la posibilidad de un robo realizado desde "dentro". "Hay que tener fe", aseveran las autoridades religiosas, mientras expertos investigadores policiales prosiguen su trabajo porque como dice el refrán: a Dios rogando pero con el mazo dando. Por si acaso, los agentes rastrean a diario la catedral en busca del milenario manuscrito.

No van de uniforme ni lucen pistola. Se confunden entre los peregrinos dentro de la Catedral de Santiago en busca del Códice Calixtino. Revisan confesionarios y capillas antes de introducirse en el complicado mundo de galerías y recovecos de la centenaria construcción.

Funcionarios de la Policía Nacional ya han revisado palmo a palmo el recinto catedralicio, desde la parte abierta al público a las numerosas catacumbas de galerías del subsuelo, pero no pierden la esperanza de que alguien deposite de forma anónima el Códice Calixtino, también llamado "Liber Sancti Iacobi", y que es una especie de guía para los peregrinos que seguían la Ruta Jacobea, con consejos, descripciones del Camino y de las obras de arte que alberga. También incluye textos litúrgicos y canciones relacionadas con el Apóstol.

En caso contrario, su recuperación podría prolongarse en el tiempo. Mientras tanto, la Policía ha interrogado a todas las personas relacionadas con la Catedral. Desde los integrantes de la curia a los empleados no eclesiásticos; desde el organero al último sacristán, pasando por archiveros y eruditos con acceso a los fondos bibliotecarios, y a los operarios que aquellos días trabajan en las obras de rehabilitación.

"No perdemos la esperanza de que aparezca en una capilla. Que alguien lo deposite de forma anónima, por eso miramos todos los días. Esto es como las meigas, no existen pero haberlas hailas; y nuestra investigación sigue avanzando", admite Jesús Pacheco, el inspector jefe de la Unidad de Delitos Especializados y Violentos (UDEV), al frente del equipo de investigación especializado de Madrid que se ha hecho cargo del caso.

Pacheco advierte, no obstante, de que no se ha abandonado ninguna línea de investigación. Aunque se trabaja con la posibilidad de un hurto desde dentro, por parte de alguien con acceso directo o indirecto a la catedral, no se descarta un robo por encargo de algún anticuario o alguien del mundo del arte, o un hurto al descuido por algún peregrino. De ahí la alerta dada a través de Interpol y la inclusión del milenario manuscrito en la red mundial Dulcinea. "No van a poder venderlo de forma pública", sostienen desde fuentes oficiales.

La investigación, en manos del mismo equipo que recuperó los cuadros robados en el piso de Esther Koplowich y detuvo a los ladrones, se encuentra frente a un muro ante los hechos objetivos que se manejan en el caso del Códice Calixtino, pero cada día surge un dato nuevo que impulsa su resolución. Y es que no se sabe cuando se cometió el robo, no está claro el día.

Desapareció de la estantería y se encontraron con el hueco, pero solo hay opiniones y recuerdos de posibles fechas entre los archiveros. "No está constatado el día del robo. Ninguna cámara de seguridad enfocaba el Códice Calixtino y hay quien perjura que lo vio un día concreto, pero la mente humana a veces engaña. Ya nos pasó con el caso de Marta del Castillo. Tres testigos aseguraban haberla visto en un portal, nos relataron hasta cómo estaba apoyada. Cuando los datos objetivos nos demostraron que era imposible y volvimos a interrogar a estas vecinas, manifestaron que lo relacionaban con un programa de televisión, y que bien podía haber sido la semana anterior", explica el inspector jefe Jesús Pacheco.

Las cintas grabadas por las cámaras de seguridad siguen utilizándose y se encuentran en revisión permanente cada vez que aparece una pista nueva, pues grabaron a todos los que pasaron por el claustro, aunque al dificultad radica en que se tratar de un lugar muy transitado.