Desde ya, con el respaldo de Bruselas, el permiso de trabajo para los rumanos en España vuelve a ser obligatorio. La entrada del país en la UE el 1 de enero de 2007 abrió la puerta al fin de las restricciones en la libre circulación de su mano de obra por el continente, aunque el tratado de adhesión establecía una moratoria de hasta siete años para que los Estados miembros se adaptaran. Aquí las barreras se levantaron en el arranque de 2009. Ahora, y ante "la peculiar situación del empleo" –la justificación de la Comisión Europea, en principio reticente a avalar la petición de Moncloa–, la criba entra de nuevo en vigor. La medida afectará incluso a todos los que en estos momentos no estén dados de alta en la Seguridad Social o inscritos en las oficinas del paro, por lo que para 5.000 rumanos en Galicia, dos de cada tres de los que viven en la comunidad, queda en el aire la posibilidad de ocuparse.

El colectivo, realmente, suma en la autonomía casi 8.000 residentes. Los que, según el Ministerio de Trabajo e Inmigración, tenían certificado de registro o tarjeta a finales de marzo de este año. En ese momento, y en función también de las estadísticas del departamento que dirige Valeriano Gómez, solo cotizaban 2.545, que, en principio, podrían seguir sin problemas en el mercado laboral, junto con los ciudadanos rumanos que figuren oficialmente como desempleados.

La recuperación de las limitaciones se ciñe exclusivamente a trabajar. A conseguir un empleo. Como cualquier otro ciudadano europeo, la residencia en Galicia está autorizada.

Pero, ¿por qué la decisión se toma solo para ellos? Por el vertiginoso incremento en los últimos años de los flujos migratorios desde Rumanía hacia España. De lejos, el primer grupo de extranjeros. Unos 861.600 en el primer trimestre del año, el 35,4% de los foráneos que constan bajo el Régimen Comunitario, que se aplica a los Estados de la UE, la Asociación de Libre Comercio –Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza– y los familiares españoles que sean nacionales de terceros países.

Solo con respecto a diciembre de 2010, el número creció un 2,5%, y hasta un 11,6% en relación a marzo del pasado ejercicio. "La continua llegada de rumanos a España y su alto nivel de desempleo han tenido un impacto en la capacidad de España para absorber nuevos flujos de trabajadores", argumentan las autoridades europeas.

Pese a que los movimientos migratorios en Galicia fueron incluso en los momentos de bonanza menos intensos que en otros puntos del país, el número de rumanos se ha disparado. Son, exactamente, 7,898 residentes, un 77% más que hace tres años. La espectacular evolución en su llegada es de las más elevadas entre los extranjeros que se asentaron en la comunidad –solo superada por los ciudadanos de Bolivia (80,3%), Paraguay (87,8%) e Indonesia (108,4%), aunque en los tres casos su volumen de residentes es seis veces menor–, hasta formar el tercer mayor colectivo de foráneos en la comunidad. El segundo dentro del Régimen Comunitario, a mucha distancia de mercados tradicionalmente emisores de trabajadores para Galicia, sobre todo países latinoamericanos como Brasil, Perú y Argentina, o Marruecos. Los portugueses alcanzan los 18.700, tras un alza del 29,4% desde 2008; y 8.600 los originarios de Colombia, donde se empieza a notar ya un descenso, del 2%.

De los 2.545 rumanos afiliados a la Seguridad Social en Galicia en abril, más de 1.700 estaban en el régimen general, como asalariados. Otros 215 son autónomos. Casi 490 están vinculados a puestos del sector agrario y 17 en actividades pesqueras. Finalmente, 118 en tareas del hogar. En cuanto al total de residentes, por encima de los 2.000 están domiciliados en Pontevedra. Alrededor de 2.700 en la provincia de A Coruña. En Lugo rozan los 2.000 y 1.131 en Ourense.