Galicia es cada vez menos verde, pero el verde que queda es más "verde". Aunque parezca un juego de palabras, no lo es. Porque en la última década 320.000 hectáreas de monte han sido calcinadas por las llamas en Galicia, una cifra que representa el 16 por ciento de la superficie forestal de la comunidad, y las empresas madereras dibujan un panorama todavía peor, ya que hablan de un 30%. No obstante, las masas forestales que existen son más "verdes", es decir, más sostenibles. De momento, 123.000 hectáreas pueden ya presumir de ello y, para demostrarlo, disponen de un certificado que lo acredita.

Se trata del sello de calidad denominado PEFC (Programa de Reconocimiento de Sistemas de Certificación Forestal), que garantiza al consumidor que al adquirir madera, papel, corcho, setas, resinas, castañas, hierbas aromáticas, esencias o cualquier otra cosa que proceda de los bosques, está comprando productos sostenibles, es decir, provenientes de montes cuidados y explotados de modo que se preserva la biodiversidad.

Aunque puede parecer solo el resultado de una moda ecológica, contar con ese certificado implica una revalorización del producto –un argumento de peso en tiempos de crisis que ha hecho que los propietarios gallegos respondan– de hasta tres euros por tonelada, señala Elsa Grille, ingeniera forestal y responsable técnica de PEFC-Galicia, una entidad de carácter regional apadrinada por el sector y por la Xunta que se encarga de facilitar el acceso a la certificación forestal a los propietarios de montes. "Lo ideal sería que estuvieran todos y con el tiempo buena parte de ellos estará porque a los que no tengan la certificación les resultará muy complicado vender la madera", afirma Grille, quien, por otra parte, reconoce lo utópico, al menos de momento, del objetivo.

El minifundismo

Y es que en la comunidad, la tarea que se impulsa desde la organización no resulta fácil, ya que, según explica, la herencia del minifundismo ha provocado que se repartan la superficie forestal unos 670.000 propietarios particulares, cuyas fincas no superan, de media, las dos hectáreas. Por si fuera poco, éstas pueden estar repartidas en diferentes parcelas. Por eso mismo, la misión de PEFC-Galicia es darles todas las facilidades a cambio de una modesta cuota de inscripción –50 euros para áreas inferiores a 25 hectáreas– y de pagar por hectárea certificada alrededor de cinco euros. A cambio, durante cinco años, la organización les "lleva todos los trámites". En lo que va de año, más de 13.000 hectáreas cuentan con el sello gracias a esta entidad, aunque la Xunta ya había certificado unas 86.000 antes y algunos grandes propietarios también habían hecho los deberes por su cuenta.

A cambio del sello "verde", los dueños de los montes deben elaborar una planificación de sus terrenos para mantener su "función ecológica, económica y social" –una auditoría comprueba que lo que afirman sobre el papel se corresponde con lo que hacen en la realidad–, especificando, por ejemplo, cuándo cortan y podan, además de otros requisitos expresados en un "Código de buenas prácticas". "Con la certificación PEFC muchos propietarios acceden a un nuevo mercado. En España menos, pero en el resto de Europa, la preocupación medioambiental hace revalorizar estos productos", explica Grille.

La mayoría de las masas forestales ya registradas –que representan un diez por ciento de la superficie que cuenta con el sello en España– están conformadas por pinos y eucaliptos, aunque Grille asegura que empiezan a notar cómo algunos propietarios establecen "plantaciones de otra especie" en su planificación. "En el 90% de los casos no van a cortar hasta pasados unos años", argumenta, "y hasta los auditores se sorprenden de la conciencia que tienen algunos propietarios".

Según Grille, 149 empresas gallegas –un 20% de las españolas que se han apuntado al modelo– están también certificadas e incluyen tanto a rematantes de madera como a fabricantes de papel. De ese modo, por ejemplo, cuando una bolsa de papel llega al consumidor puede ser posible conocer la trazabilidad del producto.